VIERNES, 26 DE ABRIL DE 2024

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Rosario Córdoba Garcés
Columnista

Ajustándonos a la nueva economía

En Colombia, se calcula que la auto- matización podría desplazar cerca del 10% de las actividades laborales en los próximos años.

Rosario Córdoba Garcés
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Rosario Córdoba Garcés

Son varias las instituciones que a nivel mundial han identificado una serie de tendencias que determinarán el futuro de la forma cómo trabajamos. Entre estas se destacan la automatización de buena parte de los trabajos, los cambios generacionales respecto a las expectativas laborales, la agilidad en la toma de decisiones y la conectividad.

Así, mientras los baby boomers buscaban estabilidad y se mantenían en sus trabajos 20 años en promedio, los millenials permanecen solo 2 años. Para la generación Z, el aprendizaje y la movilidad laboral están por encima de ascensos laborales en una misma empresa.

Igualmente, los procesos de automatización pueden generar un importante desplazamiento de trabajo en favor de la tecnología. De acuerdo con diversos estudios, 60% de las ocupaciones que hoy en día desempeña la fuerza laboral –particularmente aquellas que implican tareas repetitivas y conocimientos básicos– son susceptibles de ser automatizadas, afectando hasta 400 millones de empleos en el mundo.

De hecho, es con base en estas tendencias que el Foro Económico Mundial en su Informe reciente del Índice Global de Competitividad incluye como una de las claves de la transformación económica futura la necesidad de repensar las leyes laborales y de protección social para la nueva realidad económica y las necesidades de la fuerza de trabajo.

En el caso de Colombia, se calcula que la automatización podría desplazar cerca del 10% de las actividades laborales en los próximos años. La velocidad del cambio dependerá del costo para las empresas de adoptar tecnología.

La aceleración de la automatización y la adopción de trabajo remoto a raíz de la pandemia ya están impactando el mercado laboral, no solo en términos de desempleo sino también de participación y composición del mercado laboral. Por lo tanto, a las rigideces asociadas al marco regulatorio laboral se suman los desafíos que conllevan estas tendencias.

Particularmente crítico para esta transformación resulta el relativamente bajo nivel de formación de buena parte de la fuerza laboral, así como el impacto negativo que la pandemia está teniendo sobre la acumulación de capital humano.

Ello hace necesario por tanto trabajar en reducir el descalce de habilidades y aumentar el acervo de habilidades pertinentes para las nuevas economías y un mundo más digital. Para lograrlo, es preciso fortalecer la articulación entre el sector productivo y el educativo en el diseño de la oferta académica, adelantar políticas activas para el reentrenamiento de la fuerza laboral con enfoque en habilidades digitales y bilingüismo, y adecuar al sector educativo en todos los niveles académicos para que se fortalezca la enseñanza de habilidades digitales y blandas.

Las empresas están transformando sus relaciones con empleados y clientes. Han invertido recursos en adopción tecnológica, reentrenamiento de la fuera laboral y ciberseguridad, y están redefiniendo sus estructuras jerárquicas, fomentando nuevos estilos de liderazgo y aprendiendo a operar con esquemas de trabajo remoto.

Al gobierno por su parte le corresponde ajustar la normatividad a esta nueva realidad. De las acciones que el país emprenda dependerá que se maximicen las ganancias en productividad asociadas a ese proceso y se minimicen potenciales costos en empleo y desigualdad.

Rosario Córdoba Garcés
Presidenta del Consejo Privado de Competitividad.

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