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Nuestra vida son cuentos

Escribir la vida así es un lujo, a manera de cuentos que se entrelazan sin saber bien el por qué de su comienzo ni su final. 

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Así me lo dijo Jorge, mi buen amigo argentino, con quien nos cruzamos mensajes por Whatsapp, como si fueran epístolas escritas a la vieja usanza. Esta vez fue con ocasión de mi último artículo, ‘De uno en uno’, que al parecer lo motivó a contarme de sus historias.

Hace veinte años, Jorge viajó a Cuba a conocer la ciudad de Cienfuegos. Allí encontró unas cuantas galerías y en una de ellas se animó a comprar dos pinturas que llevó consigo luego a Buenos Aires. Pero, al regresar, se dio cuenta de que los cuadros no tenían firma, lo que lo llevó a buscar las pistas que le permitieran identificar al autor.

Esa tarea duró varios meses. El artista era un cubano, pintor, grabador y maestro, llamado Rafael Cáceres. Y el bueno de Jorge decidió apostarle a una aventura adicional: invitar a Rafael a visitar Buenos Aires y exponer en el Centro Cultural Recoleta.

Con esa meticulosidad que le es propia y natural, Jorge se encargó de conseguirle la visa, los materiales para su trabajo, la preparación e impresión de los catálogos, las invitaciones y hasta la divulgación en prensa. Todo, absolutamente todo lo necesario para la exposición de un artista al que no conocía. Meses más tarde, en julio del 2000, Rafael Cáceres sedujo a algunos argentinos con sus obras y con su amistad.

Para entonces, Rafael tan solo había salido de Cuba una vez, por cuenta de un premio que lo trasladó a la antigua Unión Soviética, en 1985. Con la visita a Argentina, vinieron más viajes, más amigos y una mayor divulgación de sus obras por la región.

Su vida sigue transcurriendo bajo la austeridad de siempre, aunque más iluminada y brillante por las historias que ha construido de la mano de sus amigos y sus obras. Hace seis años viajó a Bucaramanga a exponer y de paso encontró un buen dentista para recomponerse los dientes que había perdido. Jorge logró que el especialista le hiciera una dentadura nueva que le quitara la vergüenza de volver a su tierra y sonreír con la gracia de Benny Moré.

Rafael tiene un blog, http://Rafaelcaceres.com.ar, alimentado por sus propios relatos y por los de Jorge. No en vano es como si su vida fuera escrita o pintada a dos manos. Rafael tuvo la suerte de encontrar a Jorge; la suerte de quien no busca nada, pero lo encuentra sin más, por puro azar. Y yo, afortunado de saber que Jorge me considera su amigo, como yo a él, a ratos por Whatsapp y de vez en vez cuando nos cruzamos cerca del Río de la Plata.

Escribir la vida así es un lujo, amanera de cuentos que se entrelazan sin saber bien el porqué de su comienzo ni de su final. En esta ocasión, las circunstancias o la generosa suerte me enseñaron que hay que escribirlos con buena pluma, con letra elegante, con finura de espíritu y noble condición. Como la de Jorge, como la de Rafael.

Jaime Bermúdez
Excanciller de Colombia

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