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Mauricio Cabrera Galvis
Columnista

Jornaleros digitales

Puede no ser políticamente correcto decirlo, pero el valor de los unicornios también se basa en las precarias condiciones de sus trabajadores. 

Mauricio Cabrera Galvis
POR:
Mauricio Cabrera Galvis

No queremos “jornaleros digitales”, dijo ante los sindicatos alemanes nada menos que la canciller alemana Ángela Merkel, refiriéndose a las personas que trabajan a destajo en las plataformas digitales (PD) como Uber o Rappi. Y añadió que la proliferación de esos empleos informales nos está haciendo regresar a las condiciones laborales de los comienzos de la industrialización, que solo fueron superadas tras una larga lucha por los derechos de los trabajadores que permitió construir un modelo económico justo.

Lo que la canciller Merkel reconoció ante los sindicatos, sin usar esas palabras, es que las luchas de los trabajadores permitieron aliviar las condiciones de explotación impuestas por el capitalismo salvaje del siglo XIX, y que vuelven a revivir en las PD y quieren ser generalizadas por las propuestas neoliberales que buscan la llamada “flexibilización” de los contratos laborales.

En realidad la situación de los “contratistas”, como llaman a los conductores de Uber o a los Rappitenderos, es peor que la de los jornaleros de los albores de la revolución industrial o de muchos trabajadores del campo, a quienes se les pagaba por jornada laboral sin contrato de trabajo. Son más bien trabajadores a destajo a los que se les paga por lo que producen, sin importar cuantas horas trabajan.

Lo que tienen en común jornaleros y trabajadores a destajo es que no tienen ingresos fijos, ni protección social, es decir que no tienen seguro de salud, ahorro para pensiones ni auxilio de desempleo. Si quieren tener esta protección deben pagarla ellos mismos, sacándolo de sus precarios ingresos que en Colombia pueden llegar a ser entre uno y dos salarios mínimos mensuales. En otras palabras, no tienen un trabajo decente, y si aceptan las condiciones impuestas por las PD es por física necesidad y carencia de alternativas para sobrevivir.

La contrapartida de esas precarias condiciones de trabajo de las PD aparece en el asombroso aumento de valor de esos unicornios digitales que en unos pocos años llegan a valorarse en miles de millones de dólares. Se elogia tan rápida creación de riqueza (para los accionistas) porque es el resultado de la innovación y el emprendimiento que sabe sacar provecho de la revolución digital.

Eso es cierto, pero cabe preguntarse, si sus contratistas tuvieran condiciones de empleo decente con contratos fijos, prestaciones y protección social, ¿cuál sería el valor de esos unicornios? De seguro menor, porque se modificaría la distribución del excedente generado por la empresa, los accionistas ganarían menos y los trabajadores algo más. Puede no ser políticamente correcto decirlo, pero el gran valor de los unicornios también se basa en las precarias condiciones laborales de sus trabajadores.

Como en toda pugna distributiva la situación está generando reacciones y protestas, que empiezan a producir cambios políticos y normativos. No solo es el rechazo de la canciller alemana, sino legislaciones progresistas y decisiones judiciales en ciudades como Barcelona, Madrid y Valencia (España) que reconocen la relación laboral entre las PD y sus contratistas.

El caso más reciente es la Ley AB-5 en el estado de California que exige a compañías como UBER y Lyft que vinculen a sus trabajadores como empleados –con todas las prestaciones- y no como “contratistas independientes”. En el Silicon Valley de California nacieron las PD, y allá mismo empiezan a regularlas para que se acabe la explotación de los jornaleros digitales.

​Mauricio Cabrera Galvis
Consultor privado.
macabrera99@hotmail.com

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