Columna


Singularidad tecnológica

JOSÉ WILLIAM PORRAS

06 de marzo de 2021 12:00 AM

La singularidad tecnológica es un punto hipotético en el tiempo en el que el crecimiento tecnológico se vuelve incontrolable e irreversible, dando lugar a cambios imprevisibles en la civilización humana. Este término es popularizado en 1983 por el matemático y escritor Vernor Vinge, quien sostiene que tanto la inteligencia artificial (IA), la mejora biológica humana, o los interfaces cerebro-ordenador podrían ser las causas de la singularidad. Dado los esfuerzos que se hacen científicamente para lograr una IA, que pueda evolucionar por sí misma sin la intervención del hombre, estamos ad puertas que el mundo que conocemos cambie hasta quedar irreconocible. No se trata solo de la revolución que traerá una tecnología nueva, sino de algo mucho más grande: la concentración de revoluciones a un ritmo tan rápido que literalmente los humanos no seamos capaces de asimilar: la singularidad tecnológica. Cada vez las revoluciones tecnológicas llegan más rápido y con notables avances tecnológicos. En 1830 se inventó la telegrafía gracias a la electricidad, pasaron unos 70 años hasta que el teléfono y la radio volvieron a sacudirlo todo. Después 40 años para la televisión y 25 años para que los semiconductores y circuitos integrados marcaran un avance significativo en computadores, y otros 20 para que aparecieran las redes, internet, móviles. Cada paso significativo ha llegado con menos tiempo de diferencia. Hoy como lo predijo la ley de Moore, cada dos años el número de transistores en un chip se duplican dando mayor potencia y capacidad de procesamiento de señales. Según Ray Kurzweil (inventor, músico, empresario, escritor y científico americano), a estos avances cada vez en menor tiempo le dan carácter de ley, la ley de retornos acelerados. De seguir así, llegará un momento en el que tengamos revoluciones a un ritmo tan frenético como de un día a otro. Un día en el que ya nunca podamos “estar al día” y la vida no será igual, el avance es mayor al conocimiento.

Si creamos una IA que sea capaz de diseñar otras aún mejores, se inicia un ciclo de aumento explosivo de la IA que rápidamente dejaría la nuestra a la época de las cavernas: la llegada de una “súper IA” que rebasaría la capacidad del cerebro humano. Stephen Hawking y Elon Musk advirtieron que el avance incontrolado de la IA es un problema grave para el futuro de la humanidad. Si sobrevivimos por causas de un virus mortal, guerra nuclear, devastación por cambio climático o impacto de un asteroide, es de esperar un futuro muy especial. Un punto en la evolución como jamás se haya dado, tal vez aterrador, tal vez esperanzador, pero sin duda excitante: la singularidad tecnológica podría estar ad portas en el 2050.

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