Columna


Las consecuencias

MIGUEL YANCES PEÑA

25 de enero de 2021 12:00 AM

No se puede afirmar categóricamente la premeditación, pero las consecuencias que en las personas (en su espíritu y en su economía) han traído las políticas ‘importadas’ para enfrentar la pandemia, parecen encaminadas a lograr otro fin más allá de salvaguardar la vida humana.

En ese afán por entender los sucesos, no es errado hociquear entre quienes se benefician de ellos para descubrir quiénes los producen, los promueven o los impulsan. Pocas cosas, en este complejo mundo de intereses mezquinos, son fortuitas. La vida misma parece subordinada a ellos. La dificultad para descubrirlos surge de la presencia de intereses encontrados que producen y difunden información también encontrada, vaya a saber cuáles ciertas y cuáles falsas.

Hasta la majestad de la OMS ha sido cuestionada por Estados Unidos, que no es poca cosa, por dos razones muy elementales que interfieren en las decisiones propias de toda organización humana. La primera, la presión del grupo, o sea el temor a diferenciarse; a llamar la atención sobre sí, a hacer el ridículo, que se observa desde la edad temprana en los colegios. Si bien hay quienes prefieren lo contrario (llamar la atención diferenciándose sin temor a ser descalificados), no son la mayoría. La mayoría son países pequeños sin mayor autonomía. La segunda, el poder del dinero que compra voluntades hasta de los más encopetados líderes.

Salvo las vacunas, que provocan la producción de anticuerpos, siempre se ha sabido que las enfermedades virales se curan solas gracias a un sistema de defensa que posee el organismo (el sistema inmune). Lo que se haga solo sirve para mitigar los síntomas; por lo tanto, lo racional hubiera sido, antes que todo, adelantar acciones tendientes a reforzar el sistema inmune de la comunidad, y enseñarla a cómo lograrlo de manera individual, y no se hizo.

Segundo, el distanciamiento social y los tapabocas, sin paralizar la economía, a fin de que la población vaya adquiriendo poco a poco la inmunidad de rebaño. O sea, lograr naturalmente lo que logra la vacuna.

Es muy grave lo que se ha causado: millares de negocios quebrados, muchas más personas sin empleo viviendo de la caridad de la familia, del delito y de los subsidios estatales; encerrados en espacios pequeños. Un aparato policial aburrido de hacer cumplir normas incoherentes que ni entiende ni comparte; un país gastando grandes sumas de dinero en tratamientos, medicinas, equipos, auxilios económicos, y ahora las vacunas.

Sin serlo, estamos muy cerca de lo que es un Estado comunista: con libertades restringidas, alejados de la actividad económica, y a expensas de un súper poder ejecutivo.

*Ingeniero Electrónico. MBA.

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