La idea de progreso es una idea que entró de una manera arrolladora en Europa en el siglo XVIII y que vino a sustituir la idea de providencia divina, que para la Edad Media era una especie de azar de la historia.
Pero la palabra progreso fue acuñada por el Marqués de Condorcet, quien fue discípulo de Voltaire y el único de los ilustrados que llegó a ver y a participar de la Revolución Francesa, pues era bastante joven.
Como buen volteriano defendió con ahínco los ideales de los ilustrados; por ello, cuando llegó el momento de votar en la asamblea por la decapitación del rey Luis XVI, Condorcet se opuso a esa medida, y esto significó su desgracia.
Su oposición a la pena de muerte del rey, lo obligó a huir a París. Pero finalmente fue descubierto y llevado al calabozo donde lo condenaron a morir en la guillotina.
Durante los dos meses que duró en el calabozo (antes de ser ejecutado) y bajo las condiciones más indignas y deplorables, Condorcet escribió una obra titulada “El progreso en el espíritu humano”, donde por primera vez se utiliza la palabra progreso, y allí afirma que “la historia parece que va hacia atrás, que todo es fatal, pero el espíritu humano siempre avanza hacia la libertad, a la emancipación, a la igualdad”.
Siguiendo el pensamiento de Condorcet, sé que el panorama en Cartagena difícilmente nos puede hacer pensar que las cosas van a mejorar: somos la ciudad más pobre y desigual de Colombia, llevamos casi una década inmersos en una crisis institucional, administrativa y política en la que nos hundimos como arena movediza, la confianza ciudadana está completamente erosionada por tantos escándalos de corrupción; aquí nadie cree en nada, ni le apuesta a nada... y para rematar, lo que se avecina no es para nada alentador. Así que la sola idea de hablar de progreso en medio de esta coyuntura, es realmente un chiste.
Pero aun a pesar de ello, tenemos dos opciones: o seguimos quejándonos, culpando a otros, paralizados, indiferentes... o nos levantamos convencidos de que sí es posible escribir una nueva historia que será respaldada por la fuerza del espíritu humano que nos impulsará hacia adelante y nos hará transmutar las crisis en oportunidades.
Y es que podrán arrebatarnos todo, pero lo único que jamás nos podrán quitar es la libertad que tenemos de elegir, de soñar con una Cartagena más igualitaria donde existan mejores oportunidades y donde surjan verdaderos líderes que se atrevan a visionar una ciudad donde quepamos todos.
Esto no es una utopía, es tan real como posible, pero exige decisión, voluntad, movilización... pues solo a partir de allí, comenzará nuestro verdadero camino hacia el progreso.
*Abogada y analista política.
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