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El psiquiatra caleño Carlos Climent habla sobre salud mental y las alarmas que habrá que encender de cara a los tres meses que vienen. Una charla. | Foto: Especial para El País

PANDEMIA

¿Cómo cuidar la salud mental tras la pandemia?, los consejos del psiquiatra Carlos Climent

El psiquiatra caleño Carlos Climent habla sobre salud mental y las alarmas que habrá que encender de cara a los tres meses que vienen. Una charla.

6 de junio de 2020 Por:  Paola Guevara - Editora de Vé

Los días de cuarentena que han pasado los hemos invertido en adaptarnos, o en intentar hacerlo. Cambiar las formas de trabajar, de producir, de enseñar, de aprender; sortear retos personales, familiares, laborales, tecnológicos, económicos.

Pese a la “pausa” que supone el confinamiento preventivo, el mundo cambió a una velocidad sin precedentes en nuestra era, así que hemos estado volcados, no pasiva sino activamente, a enfrentar la situación excepcional que se nos plantea.

El gran reto, dice el experimentado psiquiatra caleño Carlos Climent, son los 90 días que tenemos por delante. Porque la espera desespera, en muchos casos, y es entonces cuando más cuadros de ansiedad, de depresión, entre otros, llegarán a presentarse.

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A distancia como corresponde, sin mascarillas pero vía Zoom, hablamos con el experto psiquiatra, divulgador científico, columnista y autor de exitosos libros sobre la mente humana.

La cuarentena ha afectado a las personas de manera muy distinta, debe verlo usted en consulta. ¿Qué le ha llamado más la atención?

Hay reacciones muy distintas, es verdad, tengo personas a las que no les ha afectado la pandemia para nada: como les gustaba estar aislados han encontrado alivio al no tener que salir al alboroto, a los trancones. Están felices en la casa. Pero para la mayoría el impacto ha sido grande, pánico, desesperación, incertidumbre que los lleva a estados depresivos. Lo más grave se verá en los próximos 90 días.

Hasta ahora hemos tenido novedad, pero con el paso de los días hasta los más estables se pueden ver afectados. La gente empieza a sentir que “ya está bueno”, que cada vez es un golpe más tremendo. El pobre Gobierno está abrumado pensando en las camas de cuidados intensivos, y lo que viene es la pandemia de los asuntos mentales.

La virtualidad ha sido una salida pues permite el encuentro con los otros, pero la palabra Zoom así como acerca, aleja. El “zoom in” es la contrapartida del “zoom off”. ¿Cómo afectará las relaciones?

La virtualidad aporta eficacia y evita el desperdicio. Pero los que no manejan bien la virtualidad se han sentido muy mal, en especial los de perfil controlador, pues sienten que pierden el alcance del ojo vivo.

Para ellos es muy incómoda la virtualidad y les ha tocado trabajar la seguridad personal. Hay que aceptar que muchas cosas van a cambiar radicalmente por cuenta de la virtualidad, pero otras seguirán igual.

“Hay gente que se ha adaptado tan bien a la pandemia que ya ni les importa trapear y les gusta barrer. El día se les va rapidísimo entre todo lo que hay que hacer y se acuestan y duermen felices”, Carlos Climent, psiquiatra.

¿Cuáles cree que no cambiarán?

La gente cree que después de esto seremos más sensibles y empáticos, y yo no veo que eso vaya a suceder. Porque la estructura básica de las personas no cambia. Todo regresará más o menos a lo mismo, aunque sí creo que lo laboral cambiará porque se demostró que se puede.

Usted ha atendido su consulta psiquiátrica desde Zoom, por ejemplo, ¿cómo lo toman sus pacientes? ¿Extrañan lo presencial?

¡Tengo pacientes que están felices! Me dicen que igual cuando todo esto pase quieren seguir teniendo sus citas por Zoom. Pero el contacto personal es irreemplazable. Cuando usted está frente a otra persona puede ver en el fondo de sus ojos. En el Zoom solo se ve al otro de forma artificial, pero no se le ve emocionalmente.

¿Qué cree que ha sido lo más difícil de manejar en estos tiempos?

El control. El control ha sido herido de muerte. Los seres humanos hemos visto que no podemos controlar lo incontrolable, que el mundo de afuera puede ponernos en jaque. Por eso los más controladores han sufrido ansiedad, frustración, irritabilidad, y depresión. Pero esa depresión muchas veces ya estaba allí, solo que ahora queda desenmascarada.

¿A qué señales de alerta estar atentos para no caer en estados de ansiedad o depresión?

El ansioso o deprimido es el último en enterarse de que algo le pasa. Lo saben, sí, los allegados de esas personas. El cónyuge, los hijos, el socio que está allí cerca, son quienes pueden ayudar, decirle ‘mira, he notado que estás muy irritable y violento, por qué no haces algo al respecto’.

La depresión, por ejemplo, ¿como diferenciarla de la preocupación normal por la situación del mundo?

La depresión no se manifiesta solo con tristeza, decaimiento e ideas negativas. Se presenta primero en forma de síntomas somáticos. La carta de presentación de la depresión son los dolores y molestias físicas, las migrañas, los problemas renales, pulmonares.

La gente va a todos los médicos por esa jaqueca, al otorrino, al dentista, pero cuando llega remitido a consulta psiquiátrica descubre que su depresión la estaba enmascarando en síntomas físicos. La gente no quiere admitir la depresión.

"Me traje para mi cuarentena tres libros, uno de ellos se titula ‘La educación católica’, que compré en el Hay Festival. Un libro gordo sobre cómo
la educación religiosa marca a la gente. De series me gusta ‘Anne with an E’”.

¿Por qué no? ¿Cuál es el problema?

Los prejuicios. “Ponga de su parte”, le dice la gente al deprimido. “Pero por qué se deprime si usted lo tiene todo, vaya trabaje”, añaden. La gente lo lee como signo de debilidad, pero esto le da incluso al general de cuatro soles. Es una realidad clínica, no un asunto de fortaleza.

Un columnista español se quejaba esta semana del “Síndrome de la cabaña”, según el cual mucha gente, que está feliz en su casa, ya no querrá regresar a la vida habitual. Dice el columnista “dejen de inventar síndromes para todo”...

¡Pues creo que yo soy víctima de ese síndrome! ¡Padezco ese mal! (Risas). Los viejitos como yo nos quejamos y protestamos porque no nos han dejado salir, pero en el fondo me ofrecen salir a caminar... ¡y no tengo ganas! Hay que entender que para muchos esto ha sido una desgracia real, hay gente que está sufriendo mucho o ha perdido todo, en eso hay que ser muy respetuosos.

En mi caso, he encontrado cosas muy gratas en la “maestra pandemia” como le llama Álvaro Restrepo; me ha gustado recuperar la intimidad, la pausa. Me siento bien en mi “cabaña” y volver al polvero, al ruido y al corre corre... no me llama para nada la atención.

Consejos de higiene mental

Frente a los retos de los próximos meses, ¿cómo incorporar hábitos de higiene mental a nuestra rutina?

El sueño reparador es muy importante. Desde hace 40 años recomiendo a mis pacientes no ver los noticieros de la noche, porque son transmisores de ansiedad. Y eso es normal, porque las noticias positivas no son consideradas noticias. Mejor vea algo ligero, lea, oiga música; si ora o medita, hágalo; elija todo lo que induzca a la tranquilidad, porque en cuarentena la gente no alcanza a cansarse físicamente del todo, y cuesta más trabajo dormir.

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