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Llegó el cambio

Al final, y como siempre pasa después de cada elección presidencial, el clientelismo no perdió. Nunca pierde.

25 de junio de 2022 Por: Vicky Perea García

Según parece, la cosa fue así: a partir del 19 de junio perdieron solo Rodolfo Hernández y los 10.750.000 colombianos que votaron por él. Pero el clientelismo que mangonea el Congreso, los departamentos y municipios, y sus jefes expertos en el negocio a puerta cerrada, salieron indemnes y están listos, mejor dicho, ya firmaron la Unidad Nacional que anunció el presidente electo Gustavo Petro.

¿Preguntaron de qué se trataba esa unión y qué principios filosóficos, éticos o políticos la movía para estampar su firma y quedar como de la coalición de gobierno? ¿Se comprometieron a acabar con la corrupción que, según un excontralor de la Nación, cada año se queda con cincuenta billones de pesos de los presupuestos nacional, departamental y municipal? ¿Acordaron reformar la Justicia para que no se enrede en el reparto del poder de las Cortes, para que llegue a todos los colombianos de a pie y termine con la violencia?

Todo indica que no. Como no buscaron el acuerdo para acabar con el narcotráfico, ni se preocuparon por las consecuencias que tendría el que, de la noche a la mañana, Nicolás Maduro, Daniel Ortega y el presidente de Cuba se conviertan en nuestros mejores amigos, al estilo de Juan Manuel Santos con Hugo Chávez. Esos y otros temas que les interesan a los colombianos como la economía y la tranquilidad de los pensionados, están fuera de sus preocupaciones.

Lo que importa ahora, como hicieron desde las épocas de Andrés Pastrana, luego dos veces con Álvaro Uribe, dos con Juan Manuel Santos y ahora último con Iván Duque, se trata de asegurar la tajada de poder. Nada de acordar programas y agendas, de fijar principios que aseguren las libertades y despejen las dudas sobre el futuro de Colombia, la gran preocupación de esos 10,7 millones de colombianos que perdieron al votar por Hernández, muchos de los cuales votaron por ellos.

Veinticuatro años de lo mismo, sin aprobar una reforma a la Justicia, sin combatir la corrupción que alimenta su política y contra la cual votaron todos los colombianos el pasado 19. Lo importante es llegar primero donde el ganador para defender lo suyo. Ahora son partido de gobierno y nada de exigir programas. Y si Petro y sus muchachos no entienden lo que será el Acuerdo Nacional, allá ellos.

Por eso, el clientelismo aceptará como presidente de su Congreso a quien estuvo en todos los partidos, con todos los presidentes y a todos los abandonó. Total, más vale un Roys traicionero pero conocido, que un Bolívar o un Alexánder o una Pizarro por conocer.

Es como poner el ratón a cuidar el queso. A no ser que Petro escuche a quienes cambió por la basura que le permitió ganar la presidencia luego de cuatro intentos. Entonces puede producirse ese viraje que esperan sus amigos socialistas, aquellos que exigen que les entreguen el poder para ellos y no para los aparecidos como su candidato a la presidencia del Congreso.

Y se hablará de la constituyente que acabe con la ‘moribunda’ de 1991. Aunque no sería raro que los clientelistas se plieguen a los deseos de un jefe que no eligieron, con tal de que les mantenga su tajada. Lo cual puede dar paso a los anhelos totalitarios del nuevo presidente de los colombianos.

Ese parece ser el cambio que llega. Al final, y como siempre pasa después de cada elección presidencial, el clientelismo no perdió. Nunca pierde. Lo han hecho así con seis presidentes y lo van a hacer con Petro. A no ser que se sacuda.

Sigue en Twitter @LuguireG