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Al oído de la conciencia

El Papa hizo una exhortación al amor universal en su encíclica Fratelli Tutti, todos hermanos, sobre la fraternidad.

18 de octubre de 2020 Por: Luis Felipe Gómez Restrepo

El Papa hizo una exhortación al amor universal en su encíclica Fratelli Tutti, todos hermanos, sobre la fraternidad. Es un bello estímulo a la concordia universal, una invitación a que nuestra vida tenga sabor a Evangelio. Primero que todo, recordó la centralidad de la dignidad humana de todas las personas y del bien común. Y bajó a temas muy concretos de la vida en sociedad. Veamos algunos de ellos.

Comencemos con lo relativo a la conciencia histórica, donde señala la importancia de conocer la historia para vivir de manera crítica y evitar caer en las manos de la manipulación ideológica propia de los extremistas. Pues bien, se reitera la importancia de conocer nuestra historia.

Y hace un llamado muy fuerte y duro para evitar las dinámicas que polarizan: hoy en muchos países, se utiliza el mecanismo político de exasperar, exacerbar y polarizar, dice el Papa. Por ello nos invita a constituirnos en un “nosotros” que habita la casa común, señalando el camino del diálogo como la clave.

Para aquellos que abrazan la pena de muerte, legal o ilegal, señala que no es el camino. Sobre la posibilidad de las guerras justas, pone un no rotundo: hoy es muy difícil sostener los criterios racionales madurados en otros siglos para hablar de una posible “guerra justa”. ¡Nunca más la guerra!, enfatiza.

En el campo económico, los empresarios deben poner atención a las críticas de aquellos capitalismos que se centran en las ganancias.
Igualmente, a aquellos que consideran que el mercado es la gran solución. El Papa es bien crítico: hay reglas económicas que resultaron eficaces para el crecimiento, pero no así para el desarrollo humano integral. Aumentó la riqueza, pero con inequidad, y así lo que ocurre es que nacen nuevas pobrezas. Hace referencia a que la pobreza es algo relativo y no meramente absoluto.

El papel de la intervención del Estado sigue vigente. Para asegurar el desarrollo integral apunta: “Se exige un Estado presente y activo, e instituciones de la sociedad civil que vayan más allá de la libertad de los mecanismos eficientistas de determinados sistemas económicos, políticos o ideológicos, porque realmente se orientan en primer lugar a las personas y al bien común”.

Hace un llamado a lo que comprende por solidaridad, como la lucha contra las causas estructurales de la pobreza, la desigualdad, la falta de trabajo, de tierra y de vivienda, la negación de los derechos sociales y laborales. Focaliza el Papa en la reducción de pobreza y la generación de oportunidades.

Finalmente, retoma la tradición de la Iglesia sobre el destino común de los bienes creados, recordándole a los empresarios, que sus capacidades son un don de Dios y que las deben orientar al desarrollo de las demás personas y a la superación de la miseria, especialmente a través de "la creación de fuentes de trabajo diversificadas”. En contraposición al neoliberalismo, plantea una política económica activa orientada a promover una economía que favorezca la diversidad productiva y la creatividad empresarial, para que sea posible acrecentar los puestos de trabajo en lugar de reducirlos.

Esta encíclica del Papa Francisco hay que dejarla resonar en lo profundo de la conciencia para que renovemos un esfuerzo colectivo por la construcción de una fraternidad universal.

*Rector Universidad Javeriana Cali.

Sigue en Twitter @RectorJaveCali

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