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Un propósito superior

El propósito superior de salvar vidas y salvar empresas debe ser el mantra que mueva al país en la crisis que ha entrañado la pandemia, como lo señala una gran empresa, el Grupo Sura.

27 de noviembre de 2020 Por: Julián Domínguez Rivera

El propósito superior de salvar vidas y salvar empresas debe ser el mantra que mueva al país en la crisis que ha entrañado la pandemia, como lo señala una gran empresa, el Grupo Sura. Cómo hacerlo parte de entender cuáles son los motores que permiten alcanzar este propósito: el primero, es el compromiso colectivo de observar de manera estricta las medidas de bioprotección para controlar los contagios de Covid-19.

Y el segundo, proteger el importante papel que cumple el empresariado en el bienestar social y económico de los colombianos, por lo cual, de su sostenibilidad, hay que decirlo sin titubeos, depende el futuro de todos.

Apalancada en las enseñanzas que nos dejan los actuales desafíos, Colombia debe hacer una apuesta decidida por su futuro, superando debates ideológicos sobre la iniciativa empresarial y la propiedad privada, que incluso en otras latitudes ya no son parte de las agendas colectivas.

Pero aún más: proteger a las entidades que por tradición y en la actual crisis, han sido el soporte de los empresarios para su reactivación. Como, por ejemplo, lo señala una reciente encuesta con 10.900 empresarios, en donde el 83% afirma que las Cámaras de Comercio han sido su principal apoyo.

Hace infortunada carrera en el país atacar a las instituciones con el fin de debilitar palancas que han traído desarrollo a las regiones, así como horadar la imagen de los empresarios para pescar en el inconformismo de los colombianos dadas las problemáticas actuales. Actitudes intencionadas de quienes dicen defender los intereses de la gente, pero que acuden a la desinformación para direccionar a la opinión pública.
Ojalá ejercieran su papel de manera constructiva, pensando en el bienestar colectivo.

No hay que olvidar que el tejido empresarial colombiano está compuesto en un 97% por micros y pequeños empresarios, que han dado ejemplo de resiliencia en este año adverso porque no se dieron por vencidos, adoptaron protocolos de bioseguridad, acogieron estrategias digitales para llegar a sus clientes, se ingeniaron nuevos productos y servicios, y recuperaron el empleo que generan, frente a la histórica caída que se registró en abril.

Hace gran daño quienes quieren frenar el crecimiento, atacan a las empresas y a las entidades de fomento o desconocen cualquier mejora en índices básicos. A quienes más afectan es a los que usan como bandera de sus consignas: las personas de escasos recursos.

La agenda de país tiene ante sí grandes retos para impulsar el Producto Interno Bruto y el bienestar colectivo, para desterrar la pobreza al generar movilidad social a través de la educación, la subsidiaridad enfocada, la generación de fuentes de trabajo y la modernización de las plataformas competitivas de las regiones a través de las acciones público-privadas que promueven las agencias de desarrollo regional.

En este sentido la prioridad es repotenciar el mercado interno, el consumo y la inversión. Para alcanzarlo la palabra clave es confianza. Por ello, hay que protegerla con enorme celo con el espíritu que ha caracterizado a los colombianos para superar las más adversas circunstancias.

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