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Héroes y científicos

Es enorme el agradecimiento que les debemos a quienes, con valor y abnegación, han velado por nuestra salud durante esta crisis.

26 de enero de 2021 Por: Emilio Sardi

Es enorme el agradecimiento que les debemos a quienes, con valor y abnegación, han velado por nuestra salud durante esta crisis. Hay, sin embargo, un grupo entre ellos al que quisiera rendirle tributo adicional.
Me refiero a quienes, además de luchar en la primera fila por los pacientes, han enfocado también sus esfuerzos a atacar racional y científicamente el problema.

Y cuando digo científicamente, hablo de los científicos de verdad, no de los de salón. Científicos con la capacidad de deducir, de proponer, de experimentar y, sobre todo, de actuar de acuerdo con sus convicciones.
Médicos, además, en el sentido más completo de la palabra, obsesionados por sanar a sus pacientes.

Esos científicos no aceptaron la absurda recomendación inicial de la OMS de no atender la etapa temprana de la Covid-19. Ni cayeron en la trampa de creer que, por ser nuevo, el virus chino Sars-CoV2 solo era vulnerable a medicamentos nuevos. Y basando su estrategia en el uso de fármacos ya conocidos, han ido generando un arsenal de opciones de gran valor para reducir la morbilidad y mortalidad de la Covid-19.

Han adelantado esta labor en forma responsable y prudente. Con gran atención a la seguridad de los pacientes y grandes limitaciones en los recursos, pues, al usar substancias que ya son de dominio público y baratas, sin protecciones patentarias, no han tenido acceso a los ingentes recursos disponibles para las investigaciones de medicamentos nuevos que se van a vender a altos precios. Y el avance ha sido portentoso.

El Montreal Heart Institute acaba de publicar un estudio doble-ciego aleatorizado con más de 4000 pacientes en el que prueba que una substancia usada por más de un siglo reduce tanto las hospitalizaciones como las muertes por Covid-19. Y el mundialmente reconocido doctor Thomas Borody ha desarrollado un protocolo para atacar la Covid-19 basado en otra substancia, usada desde 1980, que ya fue adoptado en su patria, Australia, país que reporta 35 muertes por millón de habitantes, mientras Colombia reporta 1011.

En los EE.UU., quizás el trabajo más serio en esta área es el de la Flccc (Front-Line Covid-19 Critical Care Alliance). Esta alianza, dirigida por el doctor Paul Marik, el segundo especialista en cuidados intensivos más publicado en el mundo, citado más de 36.000 veces en publicaciones sujetas a revisión de otros profesionales, con el apoyo de especialistas como los doctores Pierre Kory y Joe Varon, ha recogido un impresionante acervo de información sobre la prevención y atención de la Covid-19.

En Colombia, Cali ha tenido la fortuna de contar con un grupo de más de cien especialistas como el doctor Marco Martínez, quien recientemente reportaba haber tratado exitosamente más de 500 pacientes. Pero lo realmente extraordinario a nivel mundial es el éxito del grupo liderado por el docto Óscar Gutiérrez en los ancianatos locales. Llamado al Asilo San Miguel cuando se detectó un foco con 59 de 253 ancianos contagiados, ese grupo logró que sólo 19 fueran hospitalizados y ninguno muriera. En otro ancianato, con 242 internos, los llamaron cuando ya habían muerto dos y había tres hospitalizados. No hubo ni un muerto ni un hospitalizado más. Esto en unas poblaciones confinadas y frágiles, con edad promedio de 77 años. En el mundo, la mortalidad para casos similares ha oscilado entre 20% y 80%.

A todos ellos, mi admiración y mi agradecimiento.