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La ayuda humanitaria se encuentra represada en Cúcuta. | Foto: EFE

VENEZUELA

¿Cómo es mercar hoy en Venezuela? Los relatos de quienes sobreviven en la crisis

Abastecerse de alimentos, acceder a la salud y lograr transporte, son las principales dificultades del día a día de los venezolanos.

21 de febrero de 2019 Por: Jessica Villamil / Reportera de El País

“¿Que cuándo fue el último mercado grande que compré? Cómo olvidarlo: Fue hace nueve años. Compré harina, pan, queso, jamón, queso amarillo, crema de leche, azúcar, arroz, pasta, chuleta, pollo, pescado, verduras, frutas y hortalizas. Productos de limpieza para la casa, productos de aseo personal, chucherías para los menores de la casa... Aquí la vida nos cambió de manera extrema. Ya uno no sale de paseo porque la situación no lo permite. Trabajamos para medio llevar comida a la casa; ir al cine o a la piscina requiere de un gasto enorme entre entradas y chucherías, es un riesgo gastar ese dineral que no lo abarca el sueldo que ganamos”.

Lo dice María Alejandra, mientras agrega que, a falta de antibióticos, ahora, precisamente, se está tratando una infección en la orina con infusiones de orégano y semillas de cilantro. “¡Qué tal!”, exclama.

Cuenta que ante el desabastecimiento de los supermercados en Mérida, estado de Venezuela en el que vive, la forma de “maniobrar” es adquiriendo lo que ofrecen en mesas que sacan a la calle con pescado, uno sobre otro sin refrigerar; leche en bolsas, jabón en polvo, aceite, yuca, plátano.

Lea también: Ayuda humanitaria para Venezuela también se entregará por La Guajira

Este miércoles el Parlamento venezolano, que domina la oposición, condenó la expulsión de una misión de eurodiputados que pretendió visitar el país el pasado domingo.

Hay otros, como Joel, que al vivir cerca de la frontera con Colombia tienen otras posibilidades. Aun así, no escapa de la incertidumbre que ofrece la suerte:

“Tanqueo el carro una vez al mes, pero toca por número: haces una fila, te dan una ficha y el número que caiga es al que le toca el combustible, entonces tanquea y puede viajar, de lo contrario no. Pero para eso y mercar se necesita un día completo. De mi casa salgo a las seis de la mañana, de ahí a la frontera hay una hora, entonces toca esperar una hora más (hasta las ocho) para que abran el paso, después toca viajar dos horas hasta Cúcuta, y el resto del tiempo se va en las compras. Tiene que estar seguro uno de lo que va a comprar, con lista para que no se le olvide nada. En las alcabalas (retén militar) dicen que eso es bachaqueo (mercado negro), pero como uno viene cada mes, toca mostrar la factura anterior para que vean que es legal y de consumo casero”.

Si se acaba algún producto antes de tiempo, en Zulia, donde vive Joel, también hay mesas en la calle con alimentos sin refrigerar, sobre latas sucias, carretas oxidadas y a precios que triplican los oficiales, ya de por sí exagerados.

Joel tiene familia en Colombia, pero dice que solo saldrá de su país cuando haya sacado a Nicolás Maduro.

Para Gloria López, quien vive en Maracaibo, ni siquiera eso le representa una emoción. La vida diaria en Venezuela es una rutina sin posibilidades inmediatas de romperse:

“Esta vida se volvió muy aburrida. Trabajo en una panadería, gano un poquito más del mínimo porque el jefe da bonos por las metas. Pero 20.000 soberanos que me gano cada semana no alcanzan sino para comprar dos kilos de carne... Se sufre por el agua, se sufre por la luz. Cuando no la quitan hasta ocho horas diarias, la quitan toda la semana. En la calle que vivo, desde diciembre no llega agua por el tubo, tenemos que estar comprando. No hay señal de internet, no hay señal de televisión porque se roban los cables. Aquí todo es un desastre. La gente —más que todo— se ayuda con un familiar que esté fuera del país, así es que uno medio sobrevive. Mucha gente —no es mi caso— pasa hambre porque la comida es carísima: preguntas por un producto y te cobran en millones o dólares y uno ni gana millones ni gana dólares”.

Relata que de los siete compañeros de trabajo que tenía, cuatro renunciaron porque se cansaron de jornalear para pagar pasaje de la casa al trabajo o de no conseguir transporte porque “si acaso, la ruta pasa dos veces al día”, por eso advierte que el que quiere trabajar tiene que llegar a pie. Cuenta que en Maracaibo se usa la ‘ranchera’, que es una camioneta de bandeja “donde llevan a la gente como animales. Este país es muy rico, pero el mal manejo del Gobierno mire cómo nos dejó”.

Yohan Angarita. Rockero. Chavista. Admite todas las necesidades que padece Venezuela, pero tiene una teoría sobre la escasez:

“Sí hay una crisis en el servicio de transporte. En agosto pasado cada pasaje costaba 2 bolívares, ahora vale 50, pero es porque la gasolina se la llevan de contrabando para Colombia, es insumo para el narcotráfico. Las empresas de transporte son privadas y hay mafias que nos están poniendo en jaque.
A eso se suma que hay pequeñas industrias que están en quiebra porque estamos sufriendo una guerra económica, hay bloqueo financiero, el embargo a PDVSA (empresa petrolera estatal) da justo en el corazón de la economía venezolana”.

-¿Es cierto que ahora los venezolanos se mueren de hambre?

“Antes la población era gorda y ya no lo es tanto, pero no es porque falte comida, es porque ya no ingresan al país gaseosas y otros productos ‘chatarra’ con los que la gente se alimentaba mal. Sí hay cajas que ofrece el Gobierno con productos mexicanos que incluyen arroz, harina, aceite, lenteja, mayonesa y que puede durar hasta un mes y valen 300 bolívares; también se puede comprar en supermercado, pero más caro”.

A su juicio, lo positivo de la crisis es que la inseguridad que puso a Venezuela como uno de los países más violentos del mundo se ha reducido porque “los ladrones se han ido. Ellos, en su mayoría, han salido en las caminatas, se fueron voluntariamente y con ellos, el hampa y el tráfico”.

Tenga en cuenta

  • En enero pasado, Nicolás Maduro, heredero político de Hugo Chávez, aumentó 300 % el salario mínimo. Así, pasó de 4500 a 18.000 bolívares mensuales.

  • En 2018, el Gobierno decretó seis incrementos salariales sin que el poder adquisitivo de los venezolanos pudiese recuperarse.

  • El Fondo Mundial Internacional (FMI) prevé que la hiperinflación de Venezuela “empeore rápidamente, impulsada por el financiamiento monetario de grandes déficits fiscales”. Según sus cuentas, 2019 terminará con una inflación de 10.000.000 %.

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