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Un masivo acompañamiento tuvieron las víctimas del derrumbe en Rosas, este miércoles, durante su sepelio. La velación de los cuerpos se cumplió hasta el mediodía. | Foto: Jorge Orozco / El País

LLUVIAS

Así fue el último adiós de Rosas a 30 víctimas del derrumbe

Este miércoles se cumplió el sepelio de 30, de las 33 víctimas del derrumbe.

24 de abril de 2019 Por: Felipe Salazar Gil / Enviado Especial

En el cementerio de Rosas, Cauca, nunca se había visto tanta gente al mismo tiempo. Allí también eran inéditas tantas lágrimas y lamentos. En este camposanto, donde ayer se congregaron más de trescientas personas, fueron a reposar treinta de los treinta y tres fallecidos en el deslave del cerro El Broncazo (dos cuerpos más fueron trasladados a la vereda El Porvenir y otro apenas se encontró ayer), que sepultó a buena parte de las familias Imbachí, Torres, Macías y Chimborazo, residentes de la vereda Portachuelo.

En Rosas el silencio tampoco había sido tan prolongado como este miércoles, según comentó Reinaldo Dorado, padre de Angie Lizeth, de 12 años, quien falleció en la tragedia que enlutó a este municipio caucano. Siempre se escucha una moto de dos tiempos rodando, un altavoz sonando o algún espontáneo riéndose o hablando en voz alta, pero no el 24 de abril del 2019.

"Nunca antes había visto tanta unión como la de estos días, la tragedia calló el pueblo", dijo Dorado en medio de la velación de los cuerpos, que se realizó desde el pasado martes hasta el mediodía del miércoles en el polideportivo de la Institución Educativa Santa Teresita.

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Cuenta el sepulturero Álvaro Urbano que el cementerio de Rosas estaba al tope de su capacidad hasta el pasado martes. No había cómo abrirle campo a las víctimas del derrumbe. "Aquí la gente casi no se muere, entonces no habíamos tenido que ampliar el espacio para más tumbas", dice Urbano, un señor de espalda encorvada que está cercano a los setenta años.

Este es un camposanto pequeño, sin grandes arcos ni lápidas ostentosas. Allí solo hay siete bloques y cada uno tiene 28 bóvedas, esos cajones cuadrados que apenas alcanzan el metro de ancho y que desde hace más de cincuenta años sirven como morada a los difuntos de Rosas, el corregimiento de Párraga y sus 33 veredas. Para dar un lugar a las víctimas de Portachuelo se vaciaron treinta y dos bóvedas en los bloques 1, 2, 4, 5, 6 y 7. Dice Urbano que si los familiares de los exhumados reclaman los cuerpos en los próximos días, los restos se entregan; pero si después de tres meses nadie los solicita, la orden es prenderles fuego.

En la bóveda 14 del bloque 4 se guardó el cuerpo de Maritza Fernanda Tintinago, de 18 años. A su lado, en la 15, descansa Edward Ancízar Hernández Piamba, de 23 años. Sus ataúdes, cargados por ocho personas, cada uno, llegaron en medio del sonido de tambores, redoblantes y liras de una banda marcial. Una banda sonora que se acompasó con el llanto de amigos y familiares.

A solo trece pasos de distancia, en el bloque 7, seis bóvedas se separaron para las familias Chimborazo y Macías. En el agujero 18 está el cuerpo de Gloria Macías; más abajo, en el cajón 23, se ubicó el cuerpo de Gerardo Chimborazo; a su lado, en la bóveda marcada con el número 24, quedó María Libia Macías; a su lado está Yeny Carolina Chimborazo; y en la bóveda 26 descansa Yeny María Chimborazo.

En ese mismo bloque está el cuerpo de Óscar Iván Cepeda, un joven que tenía 16 años cuando lo sepultó el cerro El Broncazo, junto con su familia. De él, cuentan sus compañeros del grado Once B de la Institución Educativa Santa Teresita, los recuerdos son más que todo de las recochas que armaba en el salón y en los descansos. Como cualquier adolescente, aún no tenía muy claro qué quería hacer en unos años, aunque le gustaba pasar su tiempo libre jugando en su celular el videojuego 'Free Fire'.

Su primo, Cristian Macías, también era su compañero de clases y falleció en el deslizamiento. Era dos años mayor que Óscar y, según comenta su amigo César Garzón, solía ayudar a su padre en las labores del campo; por eso no era raro verlo haciendo panela o manejando ganado. Quería pagar servicio militar y así dejar a un lado el uniforme escolar y pasar al camuflado.

Sobre el ataúd de Betty Cecilia Galindez, de 48 años, cae un rayo de sol que hace resplandecer las letras plateadas de la cinta fúnebre que lleva su nombre. A su lado está Darío Uribe, un hombre de corte militar y bigote incipiente, quien apenas percibe el destello de luz se quita su chaqueta verde oliva para cubrir el féretro. Era su esposo y se salvó porque se encontraba en otra parte del pueblo, cuando ocurrió la tragedia.

Uribe no ha parado de acariciar y mirar embelesado el ataúd donde descansa su mujer. No lo dejó de hacer desde que su cuerpo llegó el miércoles a las 3:10 de la madrugada hasta las 11:23 a.m., cuando lo separaron del cajón. Allí estuvo, en medio de 28 urnas más, con los ojos clavados en la madera, con la mirada de quien sabe que ha perdido al amor de su vida.

Fueron 20 años los que pasaron juntos, hasta que la tierra los separó y dejó a su paso siete hijos sin madre. "Era la mejor mamá del mundo", solo acata a decir el hombre entre sollozos y sin dejar de acariciar la madera, como si fuera la misma Betty.

A solo unos pasos de él está Pedro Bolaños, el padre de Asly Bolaños (8 años), quien cursaba cuarto grado en el colegio Madre Caridad Brader, en Rosas, y era considerada por sus compañeros como una de las niñas más felices de su generación. De hecho, son varios los videos que reposan en los celulares de familiares en los que la niña baila sin cesar, solo sonriendo.

Pedro fue una de las primeras personas que llegó en la madrugada del domingo a rescatar los cuerpos que estaban enterrados. Él, junto a varios vecinos más, sacó entre los escombros el cuerpo de su hija. También recuperó el cuerpo de Yenny Patricia Torres, su exesposa y madre de Asly. A lo mejor fue ese recuerdo siniestro el que llegó a su mente en medio de la eucaristía que se hizo en honor a las víctimas el miércoles al mediodía, momento en el que el aire se le cortó, quedó bañado en sudor y se desvaneció junto al ataúd blanco donde estaba Asly.

Otra de las víctimas que reposa en el cementerio de Rosas es Luis Carlos Bedoya, un trabajador de construcción quien hace unos años sirvió en Cali dándole cara a la infraestructura del MÍO. Él fue uno de los trece familiares que perdió en el deslizamiento la señora Ana Diva Paz, su tía, quien cuenta que Carlos se crió en la vereda Soledad y que fue a parar en Portachuelo por los latidos impredecibles del corazón.

Allí vivía con su esposa, Elsy Mireya Chimborazo, quien también murió cubierta por la tierra.

Los caminos para la recuperación de la vereda Portachuelo no parecen estar muy claros para los damnificados. Muchos de ellos aún no saben qué pasará ahora que muchos de sus familiares se han ido. Hoy, la construcción de las 56 nuevas viviendas y la reubicación, que prometió el Gobierno Nacional, es una de las urgencias que tienen los moradores de este sector situado a un kilómetro de la cabecera municipal de Rosas.

"Lo que esperamos es que se concreten las viviendas pronto, que no sea un anuncio de los que siempre se hacen y nunca se cumplen", dijo Reinaldo Dorado.

Otro nudo por desatar es qué pasará con el proyecto que debió hacer en el 2015 la firma caleña Codiseño, que contemplaba la construcción de las 92 casas en Rosas para las familias que resultaron afectadas por la ola invernal del 2010 y 2011, que estaban en zonas de alto riesgo de deslizamientos, y que no se concretó. Ayer, que estaba programada la audiencia de este contratista ante el Fondo Adaptación, se aplazó la diligencia (para el 28 de abril, a las 8:00 a.m.) porque los representantes de Codiseño argumentaron que no contaban con la asesoría de un abogado especialista en contratación estatal. Advirtieron, además, que solo fueron notificados del proceso el pasado 22 de abril y que, por ende, no tuvieron tiempo de preparar su defensa.

Entre tanto, Rosas seguirá de duelo. Uno que, por decreto Municipal, solo durará tres días; pero que deja heridas abiertas no solo en el cerro El Broncazo o en las familias Imbachí, Macías, Chimborazo y Torres, sino en el alma de todo un municipio.

Las víctimas

-Julio Torres
-Deifa Quiñonez
-Geraldin Torres
-Isabella Menesez Torres
-Franky Menesez
-Evangelista Torres
-Arminda Hernández
-James Torres
-Yenny Torres
-Blanca Torres
-Asly Torres
-Angie Dorado
-Cristian Macías
-Yenny Patricia Torres
-Jerónimo Chávez
-Gerardo Chimborazo
-Libia Macías
-Mireya Chimborazo
-Robinson Chimborazo
-Yeny Chimborazo
-Carolina Chimborazo
-Luis Carlos Bedoya
-Jhon Macías
-Thaliana Bedoya
-Wilmer Campo
-Gloria Macías
-Óscar Macías
-Gersaín Díaz
-María Encarnación Paz
-Jesús Diago
-Edward Hernández
-Maritza Tintinago
-Betty Galindez

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