Ética en la niñez | El Nuevo Siglo
Foto cortesia
Viernes, 13 de Diciembre de 2019
Silvia Castillo Medina*
“Confiemos en que todavía haya personas para las cuales el intento de soborno es la peor ofensa, y que no entran jamás en la subasta de la honestidad, ni disponen de lo que no les pertenece…”. (Fernando Soto Aparicio, Pedro Pascasio, héroe antes de los doce años.) Nueva entrega de alianza entre EL NUEVO SIGLO y la Procuraduría General

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Una de las grandes preocupaciones del actual procurador general de la Nación, Fernando Carrillo Flórez, durante su administración, ha sido el tema de la ética. No sólo han ocupado un lugar especial en su agenda temas tales como la ética del ciudadano, la ética del servidor público o la ética como herramienta de gestión del Estado. La ética en el aula y en la conciencia de los niños y los jóvenes constituye otro de los ejes de su plan estratégico.

Generar el hábito de la virtud en los más pequeños, y propiciar un entorno en el que se posibilite, a partir del consenso y el diálogo, la condición del ciudadano ético, y del funcionario sin mácula, es un reto que le atañe a la Procuraduría General de la Nación, por ser el órgano rector del Ministerio Público y, por tener, como lo ha repetido tantas veces el Procurador en sus alocuciones, ese “estatus de magistratura moral” que le dio el Libertador Simón Bolívar, y que acuñó formalmente en la Constitución de 1830.

Los grandes filósofos de la historia han dedicado buena parte de su tiempo a modelar un sistema de principios y de fórmulas acerca de la ética. Si el ciudadano virtuoso constituyó el eje de la educación de Aristóteles en Grecia, el individuo común, bajo la potestad de la razón, la libertad y una voluntad buena, fue el centro de la filosofía de Kant.

Ejemplos de hombres virtuosos hay muchos en la historia universal. Por el contrario, poco se habla de los niños. Existen, sin embargo, ejemplos de infantes que fueron protagonistas de actos heroicos. Y éticos. Hagamos un repaso breve por la historia de dos de ellos, en Europa y en América.

 

Balilla

ensEl 5 de diciembre de 1746, durante la Guerra de Sucesión de Austria, un grupo de soldados austríacos intentó, sin mucha suerte, rescatar una pieza de artillería que se había atascado en un foso de una vía de un barrio céntrico de la ciudad de Génova. Para liberarla, los soldados decidieron llamar a algunos lugareños e infligiéndoles tratos crueles e inhumanos los obligaron a removerla. Esta escena indignó a un niño de once años que pasaba por allí, Giovanni Battista Perasso, quien, a pesar de su corta edad, decidió convocar a los habitantes de Portoria para defender la integridad y la dignidad mancillada de sus conciudadanos. Gracias al valor de Giovanni Battista entre todos lograron alejar a los austríacos, salvando, además, el honor de ese trozo de Italia cuya posesión deseaban conservar a toda costa los zeneizes, en ese preciso momento en el que María Teresa de Austria pretendía cedérselo a otros, mientras sellaba las alianzas necesarias que le permitirían conservar su trono.

“Balilla” fue llamado el pequeño genovés, y desde entonces fue el héroe y el ejemplo a seguir por todos. Goffredo Mameli, el autor de la letra del himno nacional de Italia, le dedicó su cuarta estrofa y, hoy, en el mismo barrio de Génova, Portoria, donde Balilla se convirtió en héroe, se conserva un monumento en su memoria.

El pequeño Pedro Pascasio

La historia de Pedro Pascasio Martínez Rojas es conocida de todos. A las cuatro de la tarde del 7 de agosto de 1819, dos pequeños soldados que trabajaban al servicio de El Libertador encontraron, por azar, a dos realistas agazapados bajo un barranco, justo al lado del río Teatinos. Uno de ellos era el General José María Barreiro, quien, al verse perdido, gritó ¡toma y suéltame!, mostrándole al soldado Pedro Pascasio varias morrocotas de oro que llevaba en el cinto, que éste último rechazó enérgicamente. Sin tardanza, Barreiro fue llevado preso a la casa de postas donde se encontraba El Libertador. Este acto heroico le mereció toda la admiración de Bolívar, y el ascenso a sargento en el escalafón de la milicia libertadora.

Como a Balilla en Italia, también a Pedro Pascasio se le erigió un monumento, en el sitio donde aún hoy se levanta el Puente de Boyacá. El 7 de agosto de este año 2019, con ocasión de la celebración del Bicentenario de la campaña libertadora, el Ejército Nacional de Colombia le rindió un justo y merecido homenaje “por su ejemplo de honradez, ética y lealtad”.

Los relatos de Giovanni Battista Perasso y Pedro Pascasio Martínez nos invitan a reflexionar de muchos modos: en primer lugar, nos permiten concluir que efectivamente existe un sustrato de conciencia en la infancia, a partir de la cual los niños pueden desarrollar un criterio moral, lo que necesariamente se debe aprovechar. Es por ello por lo que la enseñanza de la ética en los colegios debe ser un tema de política pública. En segundo lugar, nos obligan a pensar sobre los valores que se deben inculcar en los colegios, en el contexto del estado laico y de la democracia moderna.

El Procurador General de la Nación, en discurso dirigido a los niños de Boyacá, el primer departamento que estructuró y organizó la estrategia “Pacto ético por mi departamento” que busca sensibilizar a los niños y a los jóvenes en los asuntos éticos, planteó una auténtica pedagogía de los valores laicos, cuando les dijo:

“Ustedes son pioneros en este pacto ético por el departamento de Boyacá. Multipliquen este mensaje, ustedes son la generación de la transparencia, de la participación ciudadana, de la lucha por lo público y por los derechos de los colombianos. No pierdan nunca ese objetivo. Van a encontrar siempre en esta Procuraduría General de la Nacional el mejor de los aliados. Sigan adelante, no bajen la guardia, y luchen siempre para que de aquí en adelante sean la integridad, la probidad y los valores de lo público los que gobiernen sus actuaciones siempre”.

Hace algunos años el profesor Gregorio Peces Barba, en su artículo “Volver a la Ilustración” (El País, 16-04-07) recalcó la importancia de volver a los valores de la Ilustración, expresando que “la defensa del individuo y de su autonomía moral constituye un desiderátum de civilización que debe ser el objetivo de la pedagogía de la libertad en el ámbito educativo y también en el social y político”.

Hacia estas dos direcciones es que se adelantan los programas de ética de la actual administración, y, también, la hoja de ruta de la Procuraduría General de la Nación.

 

*Abogada javeriana, Asesora del Despacho del Procurador General de la Nación