Se encendió la llama en Tokio, comienzo oficial de los Juegos Olímpicos | El Nuevo Siglo
15 COLOMBIANOS desfilaron en la atípica ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Tokio.
/COC
Viernes, 23 de Julio de 2021
Redacción Deportes

Alejandro Munévar

Enviado especial EL NUEVO SIGLO

En TOKIO, a más de 14 mil kilómetros de casa, lejos de sus familias, de sus seres queridos y con la ilusión como principal motivación, 15 colombianos desfilaron por el Estadio Olímpico en lo que fue la ceremonia de apertura más atípica de la historia.

En total fueron seis oficiales, siete deportistas y dos los abanderados que salieron en representación de Colombia a la cancha del Nuevo Estadio Olímpico de Tokio, un escenario espectacular, inaugurado en 2019.

Pero esto es el final de la historia, cuando de una u otra manera se está cumpliendo el sueño que es estar en los Olímpicos desfilando con la bandera, representando a un país.

Empecemos por el principio. Las ceremonias de apertura y clausura de las olimpiadas se han utilizado históricamente como una forma de mostrar al mundo el poderío de la nación anfitriona. En esta oportunidad no fue la excepción, sin embargo, las circunstancias no permitieron que el plan ideal se llevara a cabo con éxito.

Como siempre el preámbulo de la inauguración es tratado con recelo y secretismo. En esta ocasión hubo un error de cálculo pues faltando apenas horas para que la llama olímpica llegara al estadio, Seiko Hashimoto la presidenta del Comité Organizador, decidió sacar de su puesto al director de la ceremonia, Kentaro Kobayashi por haber hecho unos chistes antisemitas por allá en los años 90 cuando el creativo fungía como comediante en los clubes nocturnos.



Las diferencias

Primero que todo, no hubo espectadores, eso sí los alrededores del estadio estaban atestados de gente que, al contrario de lo que se pensaba antes de los juegos, no estaban protestando, sino celebrando.

Por supuesto que los fanáticos siempre hacen falta en las graderías, pero no nos digamos mentiras, hace rato que las ceremonias inaugurales están pensadas para la televisión y quienes las ven desde casas y no para los que estamos en el estadio.

Otro de los grandes cambios que se presentó para evitar el exceso de contacto físico y la aglomeración de personas fue el tradicional desfile de atletas, pues en esta ocasión solamente salieron algunos representantes de cada nación. En el caso de Colombia, como ya lo mencionamos, fueron 15 personas.

Llamó la atención que el pebetero olímpico no estuviera dentro del estadio sino que lo ubicaran en la zona costera de la ciudad.

Pero sin lugar a dudas el cambio más importante que se presentó para este año fue el del juramento olímpico pues se adaptó de manera significativa para resaltar la solidaridad, la inclusión, la no discriminación y la igualdad.



Lo que no cambió

Como siempre el desfile de atletas fue liderado por Grecia, como es tradición, por haber sido la sede de los antiguos Juegos Olímpicos y la marcha fue cerrada por Japón, nación anfitriona.

El concepto

La ceremonia de apertura se basó en la idea de que los juegos pueden brindar nuevas esperanzas y aliento a las personas de todo el mundo a través del deporte. El tema específico fue “unidos por la emoción”.

Esto en el marco de la pandemia, que se convirtió en un obstáculo difícil de superar para todos. Buscaron con los mensajes implícitos en las actuaciones y en cada una de las presentaciones celebrar las diferencias, sentir empatía y hacer un llamado a la compasión de unos por otros.

La historia final

Ahora sí, sabiendo el porqué de las cosas, las causas de los cambios y que aún las naciones más poderosas del mundo tuvieron que arrodillarse ante el hasta ahora imbatible covid, podemos volver a la historia de los 15 colombianos que vestidos con los colores patrios, pero haciendo un homenaje a la nación del sol naciente, se apoderaron por unos segundos, que parecieron minutos para los pocos compatriotas que estábamos en el estadio, del escenario.

A medida que caminaban y ondeaban la bandera, quiero pensar que representaban la unidad que tanto falta en el país, el orgullo que le sobra a los colombianos; parecía una invitación a creer en que los cambios son posibles, claro puede ser la añoranza del país, de la casa, de la familia la que hablé en este punto, porque no nos digamos mentiras, cuando salimos de nuestra casa, de nuestra tierra y estamos en el extranjero el amarillo, azul y rojo se ve más bonito, más grande y empieza a tener mucho más sentido.

Sin embargo, sea el sentimiento o no el que habla, la presentación colombiana, emocionó hasta las lágrimas a algunos, porque al final, estar acá es cumplir un sueño, es recordarse a uno mismo que venimos de un país en donde las oportunidades son escasas y sin embargo nos buscamos la forma de salir adelante. La posibilidad más pequeña buscamos la forma de convertirla en la más grande, porque sobrevivimos en donde es difícil vivir y porque contra todo y contra todos estamos en Tokio.