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Claudia Schnurbusch, Anette Breiler, Elli Oeding, Herbert Flesch, Carlos Lindemeyer y el moderador Guillermo Márquez durante la charla en Uninorte. Alejandro Rosales
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Los alemanes en Barranquilla, antes y después de la II Guerra

En la Cátedra Europa se desarrolló en el museo Mapua una charla sobre el legado de los alemanes  en la ciudad que pasa por el empresariado, la aviación y hasta la arqueología.

“Desde hace mucho tiempo cuento la misma historia que muchos jóvenes aquí presentes quizás no conocen. Antes de la Segunda Guerra Mundial vivían en Barranquilla no menos de 4.000 alemanes”, dijo Herbert Flesch en el desarrollo de la charla ‘El legado de ancestros alemanes en Barranquilla’ que se llevó a cabo este jueves en el Mapuka, Museo Arqueológico de los Pueblos Karib de la Universidad del Norte, en el marco del evento  Cátedra Europa.

Explicó Flesch, quien minutos antes habló del legado de su padre y su abuelo, Gerhard  y Herbert Flesch, que si bien Alemania había sido el gran perdedor de la II Guerra Mundial, Barranquilla también se había visto afectada por el trato que Colombia le dio a los ciudadanos alemanes que en la Arenosa fundaron empresas e impulsaron su progreso.

Señaló Flesch en su relato que cuando Colombia entró en la guerra, “por allá en el 43, acabando” el conflicto, supuestamente por el hundimiento de tres barcos colombianos, “en Barranquilla se hizo la llamada lista negra” en la que estuvieron su padre y su abuelo, quienes tuvieron casa por cárcel durante dos años. 

“Pero la misma suerte no tuvieron la mayoría de alemanes, a muchos de ellos se los llevaron a Fusagasugá a una prisión que quedaba en el campo, pero lo peor que le pasó a Barranquilla en esos dos años fue que literalmente a esos alemanes los expropiaron, les robaron todo, no solamente sus propiedades sino también sus negocios”.  

Antes de la II Guerra Mundial –describe–  Barranquilla era la ciudad más importante de Colombia con el PIB más alto, en parte por el liderazgo alemán que estos ciudadanos perdieron ante la decisión del Gobierno de ese entonces que les quitó sus propiedades. En líneas resumidas, las malas administraciones llevaron a que estas empresas cerraran y Barranquilla se fue quedando atrás. 

“Acabada la II Guerra Mundial la mayoría de esos alemanes ya no tenían ninguna razón para venir a Barranquilla, con sus negocios perdidos o acabados, la mayoría de ellos emigraron de Colombia y de alguna manera eso hizo que la ciudad se quedara atrás (...) En ese tiempo en Barranquilla vivían 4.000  alemanes, hoy día en toda Colombia sólo hay 2.500”.

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En la aviación, el empresariado y hasta en la arqueología los ancestros alemanes dejaron huellas imborrables en esta parte del Caribe. Hijos, nietos y bisnietos de las familias Oeding, Breiler, Flesch, Lindemeyer y Schnurbusch se hicieron presentes en el Mapuka para recordar el legado de sus antepasados.

Desde la arqueología, por ejemplo, Elli Oeding contó cómo se casaron sus padres (Guillermo Oeding y Kaethe Kuethe de Oeding) en Alemania y terminaron viviendo en una finca en Zambrano, Bolívar. En ese territorio su madre hizo unos hallazgos arqueológicos del pueblo indígena Malibú que hoy reposan en el Mapuka y representan un tesoro invalorable que narra parte del pasado indígena del Caribe colombiano.

A través de una película casera Anette Breiler habló de los años maravillosos que su padre, el piloto Ernst Karl Wilhelm Breiler vivió en la Arenosa en dos periplos distintos. El primero en el año 38 y luego entre los años 60 y 70 cuando acostumbraba junto a otros alemanes y sus familias a visitar una caseta en Salgar llamada ‘El Alemán’, casi todos los domingos. 

Asimismo, Anette también recordó los días difíciles que su padre vivió como piloto de guerra en la II Guerra cuando su avión fue derribado y él fue prisionero de guerra. Luego llegó a Colombia nuevamente y aquí lo contrató la aerolínea Avianca.

Herbert Flesch narró la historia de los que él llama “los otros alemanes”, los judíos que vinieron escapando de Adolf Hitler. Luego de ser separados en la huida, su papá, Gerhard, y su abuelo, también llamado Herbert, químico de profesión, encontraron en Barranquilla el lugar ideal para desarrollar empresa como lo hacían en Frankfurt. Así, con los años fundó Pinturas Ico.

Por su parte, Carlos Lindemeyer, quien también habló sobre el pasado de los alemanes y el desarrollo que vivió Barranquilla cuando estos no eran perseguidos, recordó que su bisabuelo llegó a la ciudad por Sabanilla, en el siglo XIX. Su abuelo, Enrique, fue la primera persona con licencia de capitán de río en Colombia y con varios vapores bajo su mando fundó la empresa Vapores Compañía Lindemeyer, entre otras. Cuando Colombia toma parte en la II Guerra Mundial solo le quedó la opción de transferirle sus empresas a un colombiano para que no  fuera expropiada. Al término de la Guerra este solo le regresó “unos pesos”.

Por último, Claudia Schnurbusch se apoyó en un video tipo documental que le envió su hijo Andrés Eduardo Crump desde Alemania y que narra el ingenio de su abuelo, el ingeniero Wilhem Schnurbusch. Guillermo, o el “capitán Cabuya”, como lo menciona su bisnieto, fue uno de los responsables del éxito de Scatda cuando en 1920 armó dos aviones Junkees que trajeron en contenedores de madera. 

La guerra también lo tocó y debió pasar dos años dentro de su casa, en donde se dedicó a construir un pequeño bote con el que después navegó en aguas del Caribe y el río Magdalena. Su enamoramiento por Barranquilla nunca pasó y fe de ello dan sus familiares que aquí se mantienen fieles a su causa.

 

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