El Heraldo
El ejemplar conserva su agilidad a la hora de correr con la dirección del patrullero Eduardo Rebollo. Mery Granados
Barranquilla

La nueva vida de ‘El Príncipe’, el caballo más antiguo de la Policía

Los días de patrullaje del ejemplar equino cesaron en el Grupo de Guías y Carabineros de la institución, luego de dedicar su juventud y brío a la seguridad.

Comienzan a atalajarlo. Primero ponen la silla de montar sobre una pequeña colcha con los colores verde oliva y mostaza. Acto seguido introducen en sus fauces la brida, un hierro plateado que intenta sacar con su lengua sin éxito alguno. 

La pechera y los estribos son el último paso en la vestimenta. Se prepara para llevar en su lomo a un compañero de un 1,60 m de altura por cerca de 80 kilos de peso. Quizá le resulta extraño, hace más de dos años que no lo hacía en sus faenas laborales y ahora aprovecha su retiro. 

Su volumen y paso son medianos. Su estructura fuerte y proporcionada le brinda una armonía a su figura. Su pelaje es color marrón rojizo, notablemente liso y sedoso. Es un ejemplar de líneas largas y armoniosas con ojos vivaces y expresivos, cola y cuello con larga melena y extremidades fuertes y finas, correctamente aplomadas, con 1,70 de alzada y 400 kilos de pesos, aproximadamente, un personaje digno de la realeza. Así es El Príncipe, el equino más antiguo que posee el Grupo de Guías y Carabineros (Gruca) de la Policía Metropolitana de Barranquilla. 

Quizá no tenga corona, pero sí lo respalda una amplia trayectoria al servicio de la Policía Nacional con 20 años servicio de los cuales ha compartido 17 con la unidad de la capital atlanticense ubicada en el kilómetro 2 a la altura del municipio de Malambo, a menos de media hora de Barranquilla.

Nació el 17 de diciembre de 1998 en el Caballar Mancilla ubicado en Facatativá (Cundinamarca), donde la Policía Nacional tiene el criadero de semovientes equino y canino a nivel nacional.

Sus días actuales transcurren como los de un pensionado que se dedica a disfrutar los años que restan entre amigos como Don Elías, Nariño, Thor y otros, con muchos cuidados y plenitud de vida. Alimentación de tres raciones al día a base de forraje verde y concentrado, un baño mañanero con yodo o champú, y jornadas de estiramiento y esparcimiento en el potrero del lugar.

El patrullero Eduardo Rebollo, de la unidad de carabineros, quien preparó a El Príncipe para que este demuestre sus dotes, su entrenamiento en mansedumbre y adiestramiento, lo monta mientras el equino flexiona levemente sus patas como preparándose para correr. 

Unas diez vueltas dio El Príncipe en una cancha con una extensión aproximada de 90 m x 45 m. Completó su jornada de ejercicios por el día.

Mientras corre, la brisa menea su pelaje y expone su dentadura, se podría decir que esboza una sonrisa quizá porque disfrutando el paseo.

“Él solía ser un compañero más en el trajinar de la vida diaria de nosotros, solía salir a patrullar con nosotros en los diferentes sectores bien sea rurales o urbanos de aquí de La Metropolitana. Ahora su rutina diaria consiste en ejercicios y estiramientos, bañarlo, alimentarlo y estar pendiente de él hasta que lleguen sus últimos días”, indica el patrullero Rebollo, mientras retira la preparación para liberar al caballo de la molesta brida.

“Esto es lo que ayuda a direccionar y frenar al animal, y es tan molesto como usar brackets”, dice cómicamente el uniformado.

El número A22 se encuentra marcado en el lado derecho de su cuello. Fue la numeración asignada cuando nació en el criadero. Así, al interior de su cuerpo reposa un chip donde se encuentran consignados todos datos del equino y puede ser rastreado en caso de pérdida o robo.

 

El uniformado atalaja al equino para montarlo.

Su temperamento

“¡Jum, los caballos son impredecibles!”, dice con firmeza el patrullero Germán Camacho, quien ha sido objeto de uno de los más briosos ejemplares de la unidad, un semental de 2 m de alto y 700 kilos de peso.

“Ellos pueden estar tranquilos pero a veces amanecen con su día, como uno. En una ocasión yo estaba al lado de uno que se llama Nariño. Yo le pasé por el lado para poner la comida y de la nada me mordió, por suerte no me arrancó el pedazo. En otra ocasión, este mismo caballo, me dio una patada en la espalda que me rompió dos costillas y me fracturó otras dos. Donde me pega con las dos patas me mata”.

Como Camacho, han sido varios los uniformados que han sufrido pisones, patadas, mordiscos o han sufrido caídas, gajes normales en el oficio de los carabineros.

“El Príncipe, con todo y lo manso que es una vez tumbó a su carabinero que era el intendente Domínguez. El compañero estaba sobre el animal y este de un momento a otro lo tumbó, brincó y allá fue a tener (risas)”, recuerda Camacho.

La Unidad de Carabineros de la Metropolitana cuenta en la actualidad con 23 ejemplares equinos, de los cuales 22 están aptos para montar. Entre ellos destacan razas como los Belgas, Percherón, la Silla Argentino y la Mestizo Argentina a la cual pertenece El Príncipe, cada uno asignado a un uniformado que es el que se encarga de cuidar y atender a su equino.

“Cada carabinero es responsable de su animal, existe aquí una sana competencia porque todos quieren tener el mejor caballo, el mejor presentado y así, debemos ocuparnos de limpiar sus pesebreras, darles de comer, asearlos, tenerlos bien, somos compañeros, se crea un vínculo importante con ellos, como si fueran nuestros hermanos, nuestra familia”, sostiene Camacho mientras acicala la melena de El Príncipe.

“Ellos son como unos hermanos, uno se preocupa porque esté bien, porque esté mejor que el de los demás”
El enfermero Nelson Cabeza baña a El Príncipe.

Las labores

Su función  consiste en prestar sus servicios en las zonas rurales del área Metropolitana de Barranquilla, así como en eventos multitudinarios como los de conciertos, eventos de Carnaval o los encuentros deportivos del Junior en el estadio Roberto Meléndez.

“Nosotros somos los primeros requeridos cuando juega el Junior, es una de nuestras labores principales. Hacemos control de filas para evitar  a los colados, a los que pretenden ‘volarse’ para entrar gratis al estadio, a los amigos de lo ajeno que esperan el más mínimo descuido de la gente para robarles sus pertenencias, ahí estamos nosotros para contribuir al orden”, informa el patrullero Rebollo.

Cuando salen a patrullar, lo hace por general, una cuadrilla compuesta por 10 equinos con su respectivo jinete.

La imponente presencia de estos animales en este tipo de celebraciones citadinas genera un impacto positivo al momento de dispersar posibles reyertas.

“La gente o se quita o se quita. Nadie quiere un pisón de estos animales que podría destrozarle el pie a cualquiera, mucho menos una patada. Generan el resultado esperado, porque una persecución a caballo puede ser fatal, entonces la gente se aparta. Además, estar arriba de ellos nos da una visión ampliada del lugar, somos los ojos en lo alto, esto también nos da una ventaja”, asegura el uniformado Rebollo.

La unidad de Carabineros es prácticamente una finca de campo en la que se respira paz, lejos del caos de la ciudad. Los uniformados adscritos a ella suman 50, entre guías y carabineros, bajo el mando del teniente José Fernando Miranda Fonseca, médico comandante del Gruca.

“Aquí tenemos personal que está asignado el corte de pasto de los semovientes, para limpieza de las pesebreras, hay dos enfermeros que diariamente están pendientes de la salubridad de los equinos, contamos con tres herreros también pendientes de los cascos y el mantenimiento de los semovientes. Nuestro comandante es médico veterinario y es quien está al tanto del estado de salud de nuestros ejemplares”.

El mantenimiento de los caballos consiste en rutinas diarias de baño, dos veces por día si deben salir a patrullaje, cambio de herraduras que dependen del desgaste de las mismas, fumigaciones mensuales para evitar parásitos internos, purgantes para los internos, esquemas de vitaminas.

Cada ejemplar está asignado a un carabinero, pero en sus días de retiro, el cuidado de El Príncipe está a cargo de los enfermeros de la unidad que son dos, quienes trabajan turno de 24 x 24.

Nelson Cabeza Tena patrullero de la unidad, le da un refrescante baño al equino pensionado mientras cuenta lo que representa estar a cargo de estos imponentes animales a quienes algo tan, aparentemente, simple como un cólico puede llegar a matar.

“Goza de gran simpatía por su docilidad. Por esa razón servía como ejemplar para equinoterapia en niños con necesidades especiales”

Cuidados

“Pueden llegar a ser mortales. Es lo que más rápido se puede llevar a uno de estos animales y en su mayoría, se presentan de noche. Por esta razón nos turnamos para estar pendientes. Cuando esto ocurre, brindamos los primeros auxilios, les medimos los signos vitales y en ocasiones lo podemos manejar nosotros y sino, toca llamar al teniente veterinario para que con sus indicaciones nos diga que medicamento se le debe aplicar vía intravenosa”, dice el enfermero Cabeza Tena.

Los cólicos son causados por enfermedades en el tracto intestinal, como consumo de agua sucia, comida en mal estado, e incluso, la temible enfermedad del siglo 21, el estrés.

“El caballo es un animal muy delicado. Si esta sometido a estabulaciones (estrés por encerramiento) esto le produce cólicos, por eso con El Príncipe lo sacamos al potrero a hacer sus ejercicios de estiramiento, de hecho ellos duermen fuera de las pesebreras ya que eso genera más movimiento en los intestinos y aparte de eso no se estresa”, añade el enfermero.

En la Unidad de Carabineros oficializaron una ceremonia simbólica el día que El Príncipe dejó de salir a las calles a patrullar. Sin embargo, sus aportes significativos a la seguridad rural con su carácter y templanza permanecen en la memoria de los que tuvieron la dicha de compartir con él.

“Ha sido un compañero consagrado al servicio policial, entregó toda su juventud para la seguridad de los barranquilleros, ahora disfruta de un merecido descanso, gozando su etapa de senilidad ocupando un puesto importante en nuestra unidad”, sentenció el intendente Germán Camacho.

Por disposición del Ministerio de Salud en Colombia, el destino final de los animales, y es específico el de los equinos consiste en despresarlo e incinerarlo, y no sepultarlos para evitar que los cuerpos de aguas subterráneas se contaminen.

Su paso por la equinoterapia

Lo manso que resulta ser con los extraños El Príncipe lo hizo acreedor de un gran cariño entre niños con necesidades especiales en los tiempo es que era usado para equinoterapia.

“Se vino realizando por aproximadamente tres años por cinco fundaciones en de la ciudad. La mejoría en esos niños que eran sometidos a este tipo de terapias eran notorias, de hecho uno de nuestros compañeros de unidad también recurría a este servicio. Su niña no caminaba y él la traía a diario y aquí se ponía a pasear al caballito durante varios meses y cuando acabó salió caminando”, recordó el intendente Germán Camacho, otro uniformado del Gruca.

Este servicio se implementó a nivel nacional en todas las escuelas de carabineros. En la unidad de Atlántico se realizaba dos veces por semana con un aproximado de 20 niños por sesión hasta 2007 cuando fue cancelado el programa.

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