Catar: un gol en medio de la tormenta

Catar, reciente campeón de la Copa Asiática e invitado a disputar la Copa América, en la que compartirá grupo con la selección de Colombia, fue la gran sorpresa del torneo continental, ya que se impuso con una gran jerarquía a sus adversarios.

José David Franco Sanchez/ colaboración para El Espectador
22 de mayo de 2019 - 08:35 p. m.
La selección de Catar es la actual campeona de Asia. / AFP
La selección de Catar es la actual campeona de Asia. / AFP

Catar, reciente campeón de la Copa Asiática e invitado a disputar la Copa América, en la que compartirá grupo con la  selección de Colombia, fue la gran sorpresa del torneo asiático, ya que se impuso con una gran jerarquía a sus adversarios. A pesar de no figurar entre los favoritos, se despidió teniendo al máximo goleador y al mejor jugador de dicho evento, Almoez Ali. Pero, el contexto bajo el que se dio ese gran logro no fue nada fácil.

Recordemos que Catar es un país ubicado en el Medio Oriente, una región que a lo largo de los años ha tenido incontables conflictos y que además es compleja de entender debido a su diversidad cultural y religiosa. Y este es uno de los factores del difícil contexto político en el que vive.

La crisis entre los países del Golfo Pérsico se empezó a gestar desde 1995, cuando Hamad bin Jalifa Al Thani ejecutó un golpe de estado para derrocar al monarca reinante, quien a la vez era su padre. Lo anterior fue mal visto por los otros dos grandes reinos musulmanes de la región, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos (EAU), que maquinaron un complot contra el golpista, pero nunca fue llevado a cabo.

No obstante, hasta 2014 se comenzó a configurar la riña que actualmente hay en el Golfo, cuando los dos países ya mencionados, junto a Bahréin, retiraron sus respectivas misiones diplomáticas de Doha, capital de Catar, debido al apoyo del gobierno catarí a Mohamed Morsi en Egipto. Este último, derrocado en 2013 por los militares egipcios, pertenece a la Hermandad Musulmana, partido político que es visto con malos ojos por las monarquías árabes, y aunque Catar, también es un reino, tiene una interpretación del islam diferente a la de sus vecinos.

Este conflicto diplomático ha ido agravándose más, ya que para 2017, países como Egipto, Yemen, Libia, Maldivas y los países ya mencionados rompieron hasta las relaciones comerciales con Catar, lo cual afecta su sector económico. De hecho, Catar podría llegar a tener una crisis alimentaria debido a que el 40% de los alimentos que importa transitan por la frontera, ahora cerrada, con Arabia Saudita.

Ahora bien, este contexto sirve para entender y dimensionar la gran hazaña y la importancia que tuvo para Catar ser el campeón del fútbol asiático. La sede de la Copa Asiática fue en los Emiratos Árabes Unidos, uno de los países que desde el principio de la crisis ha mostrado estar en contra del gobierno catarí. A pesar de ser países vecinos Catar y EAU, el equipo catarí tuvo que hacer una escala en Kuwait para poder llegar a la sede, debido a que están prohibidos los vuelos directos entre los dos países.

Desde la fase de grupos, a Catar le tocó enfrentarse con uno de sus máximos rivales en la región, Arabia Saudita. Tuvo todo el estadio en contra, ya que los cataríes tienen prohibida la entrada a ese país. Con su selección de fútbol se hizo una excepción para que pudieran disputar la copa. Al final, la victoria terminó siendo para los cataríes, quienes se impusieron 2-0 a sus contrincantes.

La otra prueba de fuego, en la que se vivió el ambiente más hostil, fue en las semifinales, en las que se encontraron con el país anfitrión. Para este partido el organismo encargado de regular el deporte en Abu Dabi, capital de EAU, había comprado todas las boletas disponibles y las repartió entre “los más fieles seguidores de los Emiratos”, con el fin de evitar que hubiera espectadores simpatizantes del equipo catarí.

Ya en el duelo Catar logró la victoria con un aplastante 4-0.  Sin importar que en los actos protocolarios abuchearan su himno o que a los jugadores les llovieran zapatos de los aficionados en cada gol que hicieron (conducta ofensiva en el islam), lograron imponerse contra todo pronóstico. En la final de la copa derrotaron 3-1 a Japón, consagrándose así campeones de la Copa Asiática.

Es normal que se vea a Qatar como el débil del grupo y un equipo fácil de vencer en la Copa América, pero con su último logro demostró que no le importa estar entre los favoritos o que lo apoyen en las graderías del estadio. A sus jugadores tampoco les importan las adversidades políticas o deportivas que se les presenten en el camino, ellos solo buscan la gloria y así se lo hicieron saber al mundo.

Por José David Franco Sanchez/ colaboración para El Espectador

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