La Ordenanza 123 fija un nivel de ruido de 55 decibeles, pero en las calles la bulla de carros y parlantes supera los 62,3. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO
“Si en tu cilindro ya no queda más, tranquilo ya llegó el gas”. La escena se repite todos los días en calles de Quito. Y hay otras: “Naranjas frescas, naranjas dulces”. “Compro chatarra vieja, hierro viejo, lata vieja, cocina vieja…”.
El ruido que generan los camiones repartidores causa molestias en barrios residenciales. Sobre todo ahora, que la gente pasa más tiempo en sus casas debido a la pandemia del coronavirus. “¿Quién controla a los camiones del gas? Todos los días, desde las 06:00, recorren mi calle con su musiquita”. La queja es de Santiago Redrobán, morador de La Floresta, en el centro de Quito.
La Secretaría de Ambiente monitorea la contaminación acústica que genera el ruido. Su estudio del 2020 establece que, en cuatro sectores residenciales, el ruido supera los límites permitidos. La Jipijapa, por ejemplo, tiene un promedio mensual de 62,3 decibeles en el día, cuando lo normal es 55. El rango de 55 a 70 decibeles es considerado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) un ruido moderado. Una aspiradora genera 65 decibeles y una calle con mucho tráfico alcanza los 75.
Para la OMS, el tráfico de vehículos y ruido de la calle debe tener 53 decibeles, “por encima de ese nivel se asocia con efectos adversos para la salud”.
En Quito, el ruido no solo es generado por los camiones de productos sino también por patrulleros, motores de buses, camiones y motocicletas; alarmas comunitarias, parlantes en veredas, cantantes callejeros, entre otros.
La Secretaría menciona otros barrios con problemas: El Camal, Centro Histórico y Carapungo, cuyos niveles van de 55,4 a 59,7 decibeles durante el día.
Ayer, 23 de octubre del 2020, en el redondel de la Atahualpa, en el sur, desde un camión se ofrecían frutas por medio de un megáfono. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO
David Saldarreaga vive en el norte, en la calle Hidalgo de Pinto. Cuenta que desde que se construyó una cancha deportiva junto a su vivienda ha tenido que soportar bullicio que le impide dormir. “Imagínese: la fuga de una pequeña gota de agua en un lavabo puede ser molestoso. ¡Cuánto más el golpeteo de una pelota y los gritos de personas!”.
Asegura que ha llamado al ECU-911, ha escrito cartas a la Agencia Metropolitana de Control (AMC) y a otras entidades para lograr que las molestias cesen. “Pero nada…”.
En la AMC se hacen operativos para sancionar la bulla siempre y cuando exista mal uso del espacio público. Es decir, cuando los dueños de los negocios instalan parlantes en la calle. Estefanía Grunauer, directora de la AMC, reconoce que “es complicado sancionar” las infracciones por ruido, porque se trata “de un tema técnico”, cuyas multas están normadas en la Ordenanza 123, expedida en el 2004.
Para establecer que exista la violación del nivel de decibeles se necesita medir la bulla con equipos especiales. En la AMC, este año se han abierto 19 expedientes sancionatorios.
En el caso de los vehículos que generan ruido, la entidad que sanciona es la Agencia Metropolitana de Tránsito. Los uniformados aplican multas -equivalentes al 5% del salario básico- a los conductores que usen de forma inadecuada la bocina o cualquier otro dispositivo de megafonía.
Iván Cartagena es presidente de la Asociación de Distribuidores de Gas de Pichincha. Él asegura que todos los 550 camiones repartidores saben que la grabación “vecino ya llegó el gas” debe reproducirse a 50 decibeles. “Hay unos pocos que no hacen caso”. El dirigente señala que desde hace dos meses existe una aplicación para celular denominada Clic Gas, que se usa para entregar los tanques de GLP en barrios. “Ya hemos aplicado en la González Suárez”, señala.
Ordenanza municipal
Se prohíbe la emisión o ruidos provenientes de equipos de amplificación u otros desde el interior de locales comerciales o viviendas, que sobrepasen los niveles permitidos.
Los camiones y cualquier trabajo de carga o descarga de mercadería que se hace en la vía pública no debe rebasar el nivel de 55 decibeles, desde las 06:00 a las 19:59, y 45 decibeles desde las 20:00 hasta las 06:00.
Cuando los autos rebasan los niveles máximos permitidos de ruido, hay 30 días para hacer correcciones.
Las competencias automovilísticas están prohibidas.
En zonas urbanas está prohibida la circulación de vehículos que tengan campanas, timbres o sirenas. Se excluyen los patrulleros y ambulancias.