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Cuidado con esa fiebre por los filtros

Mientras usted se divierte con estos desarrollos con realidad aumentada, su privacidad está en juego.

  • Mientras usted se divierte con estos desarrollos con realidad aumentada, su privacidad está en juego. Foto: Pixabay
    Mientras usted se divierte con estos desarrollos con realidad aumentada, su privacidad está en juego. Foto: Pixabay
21 de enero de 2020
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Los filtros de Instagram, la app móvil por excelencia para los aficionados a la fotografía, evolucionaron. Pasaron de tener solo efectos visuales a ofrecer una galería con juegos y formas de interacción como adivinar aleatoriamente a qué animal o a qué princesa de Disney usted se parece, poner máscaras sobre los retratos con los que se puede convertir en un alien o participar en una especie de carrera de obstáculos con un perro que salta cuando usted abre la boca.

Esto ha hecho que las personas pasen más tiempo en esta red social y, de paso, compartan con la gigante tecnológica Facebook –compañía a la que pertenece Instagram– datos sobre cómo interactúan con su entorno. Saber esto, según expertos, es muy valioso para el entrenamiento de los algoritmos que, por ejemplo, establecen la prioridad de las publicaciones que se muestran a los usuarios para asegurarse de que en su pantalla siempre vean imágenes que les interesen y mantenerlos enganchados.

Toda una estrategia detrás

El auge de estos filtros, desarrollados con realidad aumentada (tecnología que permite coordinar imágenes virtuales con las de la vida real), se explica porqué desde agosto de 2019 Facebook puso a disposición de los usuarios Spark AR, una plataforma para crear filtros con realidad aumentada.

Antes estaba abierta solo para unos desarrolladores. Ahora cualquier usuario puede crear juegos o máscaras y ponerlos a disposición de los demás. Solo hay que seguir al creador en su cuenta. Hay que aclarar que la afición por esta tecnología no comenzó con esta red precisamente. Cuenta Tyler Coates, periodista en la revista especializada Wired, que todo inició en 2016 con Pokémon Go, cuando todos compartían sus videos interactuando con las criaturas animadas que rastreaban.

Para Valentín Restrepo, ingeniero electrónico y profesor en la UPB, a las compañías les interesa que los usuarios utilicen este tipo de desarrollos cada vez más para conocer cómo se comportan y su contexto, en el mundo digital y en el real.

Facebook ya tiene un algoritmo de reconocimiento facial muy bien entrenado, se llama DeepFace y tiene un 97 % de precisión, según el MIT Review. Entonces, explica Restrepo, si la compañía de Mark Zuckerberg ya tiene un algoritmo capaz de identificar a alguien casi sin error, el siguiente paso es conocer cómo se relaciona esa persona con su contexto, una información valiosa para predecir su comportamiento y desarrollar hologramas en el futuro.

“La gente debe entender que al usar estos filtros está entregando una parte diferente de su privacidad: su espacio personal y la forma en la que se mueven en él”, concluye Restrepo.

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