A menudo el pasado encuentra formas curiosas para hacerse presente. Una muy reciente ha sido la lluvia de polvo rojo (lluvia de sangre le dicen) que cubrió el mes pasado grandes extensiones de las cadenas montañosas de los Alpes y el Pirineo. Mientras en este lado del mundo tuvimos una presencia suave de la arena del Sahara, en varios lugares de Europa vieron cómo la nieve pura, blanca y prístina amanecía teñida y con un contenido radioactivo nada deseable, que es consecuencia de las pruebas atómicas que comenzaron a realizarse a principios de 1960 en el sur de Argelia.
Así que la Naturaleza nuevamente nos devuelve el boomerang para que recordemos que es imposible actuar sin que haya consecuencias. Por lo menos mientras dependa de su imparcialidad...