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En busca de la apofenia

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Por Lina María Múnera G.

muneralina66@gmail.com

La apertura de juego más frecuente en el mundo del ajedrez, el gambito de la dama, da título a una muy interesante serie realizada por Netflix (The Queen’s Gambit) sobre la que se ha escrito y comentado mucho en los últimos días. La historia de una niña prodigio de este deporte, que desarrolla toda su capacidad entre los años 50 y 60 del siglo pasado, triunfa en un mundo prácticamente masculino, explora el oscuro mundo de las drogas y el alcohol y logra dominar sus miedos, plantea un tema fascinante: el de la apofenia o interpretación aleatoria de las casualidades en lugar de las causalidades.

Este error de percepción consiste en establecer relaciones, patrones en común y conexiones entre hechos y datos que no tienen sentido. O como lo definió el neurólogo Klaus Conrad, “es la experiencia concreta de dar sentido a lo que no lo tiene”. Y es en esta definición donde se encuentra el vínculo con los procesos creativos y, en muchas ocasiones, con la genialidad, porque la apofenia puede servir de inspiración a las mentes más artísticas. En la serie, Beth, la protagonista, se queda en la oscuridad cada noche, mira al techo y visualiza las fichas de ajedrez en jugadas imposibles. El mismo fenómeno que le ocurría al premio Nobel de Economía John Nash, cuya historia fue llevada al cine en Una mente maravillosa (2001). Hombre brillante, sufrió y logró dominar un tipo de esquizofrenia en la que su apofenia lo hacía unir de manera obsesiva patrones y subpatrones que no eran reales.

Lo interesante es que los seres humanos, por naturaleza, buscamos modelos constantemente, pues estos constituyen una herramienta fundamental para la existencia. En la vida cotidiana interactuamos con sistemas que reconocen nuestra voz o nuestro rostro mediante patrones; nos sentimos atraídos por la astrología, el tarot o el I Ching que lo que hacen es interpretar patrones; sentimos nostalgia al escuchar música o percibir olores porque nuestro cerebro los une a patrones del pasado. Y hasta los virus funcionan por reconocimiento de patrones.

En el mundo religioso, en las cacerías de brujas de siglos pasados o en el muy contemporáneo psicoanálisis se hallan ejemplos perfectos de apofenia en los que se busca encontrar señales que se conviertan en símbolos. Y estos a su vez cambian a través del tiempo y de la sociedad que les dé su significado. Es la interpretación real o imaginaria la que marcará la diferencia. De ahí el planteamiento que hace el antropólogo John W. Hoopes: antes de preguntarse “cuál es el significado de la vida”, uno debe primero responderse ¿“hay un significado de la vida”?.

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