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El derecho a protestar

Por anacristina aristizábal uribe

anacauribe@gmail.com

La protesta social es un derecho porque los gobiernos imperfectos no atienden las necesidades de la gente. Los que llegan al gobierno hacen lo que quieren o llegan para servir a intereses que no son los de la gente. Para gobernar, pocas veces tienen en cuenta el clamor de la gente o sus necesidades. Todos los días, todas las personas, protestamos por algo que el gobierno no hizo o hizo mal. Unos protestan marchando con carteles y gritando, lo que está bien; otros tirando piedras y haciendo daños, lo que está mal. Es humano y necesario protestar, de lo contrario, los que ostentan el poder, creerían que todo lo hacen primorosamente, como les dicen sus áulicos, o creyendo que sus fechorías pasan desapercibidas o creyendo que pueden gobernar sin tener en cuenta las necesidades de la gente que representan.

La gente tiene derecho a protestar, así al gobierno de turno no le guste esa protesta. Esa es la diferencia entre una tiranía y una democracia. Es de una bajeza infinita infiltrar las protestas para hacer quedar mal a los manifestantes. Se ha documentado en Colombia la infiltración de agentes del Estado en las protestas, para vandalizarlas, culpar a los manifestantes y tener justificación en el uso de la fuerza desmedida, lo cual habla muy mal del gobierno.

De la semana pasada, llena de protestas, me impactaron dos imágenes. Primera: unas mujeres se manifiestan en Ecuador contra las decisiones de su gobierno a favor del FMI, son golpeadas a garrotazos por varios policías, una queda abatida en el piso, donde sigue recibiendo garrotazos. Dos: un grupo de personas protesta en Estados Unidos contra la posición de su gobierno ante el cambio climático, llevan carteles en la mano. Unos policías se acercan, las esposan y se las llevan detenidas. Entre ellas está una elegante mujer de 81 años, que no sé si los policías reconocen. Es la actriz Jane Fonda.

Escenarios, contextos y causas completamente diferentes. Una cosa en común: cada vez es más claro que a las llamadas democracias no les gusta que la gente les proteste, ¿quieren borreguitos? Un comparativo: la decencia de los policías y los manifestantes en EE. UU. contra la brutalidad de la policía ecuatoriana que, al menos en el episodio de las mujeres al que me refiero, actúa como mercenaria en contra de sus hermanos.

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