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Ser “fashionista” y sostenible es posible

Un fanático de la moda puede repetir prendas, comprar ropa usada y verificar la cadena de producción de lo que usa. Así ayuda al planeta.

  • Un fanático de la moda puede repetir prendas, comprar ropa usada y verificar la cadena de producción de lo que usa. Así ayuda al planeta. Foto: STOCK UP
    Un fanático de la moda puede repetir prendas, comprar ropa usada y verificar la cadena de producción de lo que usa. Así ayuda al planeta. Foto: STOCK UP
21 de enero de 2020
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Para confeccionar un jean, uno solo, ese que le gusta tanto y usa varias veces a la semana, se requieren unos 7.500 litros de agua. Es el equivalente a la cantidad de ese líquido vital que bebe una persona promedio durante siete años, según cifras que reveló la ONU en la Conferencia sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) de abril de 2019.

No es un secreto que la moda es “la segunda industria más contaminante del mundo” (después del petróleo) y añaden desde dicha organización internacional que esta “produce más emisiones de carbono que todos los vuelos y envíos marítimos internacionales juntos, con las consecuencias que ello tiene en el cambio climático y el calentamiento global”.

Este panorama alarmante ha llamado la atención del gremio desde los años 60. Así lo explica Loula Mercedes, diseñadora de moda y textil con maestría en Moda y Sostenibilidad del London College of Fashion. “Los 60 y la sociedad consumista se enfrentó a movimientos como la revolución hippie con telas naturales y un modo de vida más simple. Se creó una especie de antimoda que fue seguida por los movimientos del punk y gótico de los 70 y 80, que rechazaban una idea tradicional de la moda prefiriendo piezas únicas, de segunda, vintage, todo hecho a mano y unos estilos muy mezclados”.

En 1987, cuando la ONU definió el término de sostenibilidad, empieza a trabajarse todavía más el tema. Entendieron –comenta la diseñadora– que “la moda sostenible se refiere a un enfoque más amigable con el medio ambiente para diseñar, fabricar y consumir ropa. Se intenta causar poco o ningún daño al planeta y no gastar los recursos naturales que quedan y extender la vida útil de la ropa usando materiales reciclados”. Conjunto a este enfoque apareció el concepto de moda ética y el impacto social de esta industria.

¿Qué ha pasado hasta hoy?

Las dos décadas pasadas han tenido especial relevancia en el tema, “desde desarrollar un concepto más completo de moda sostenible, que incluye aspectos económicos, sociales y ecológicos hasta lograr que grandes diseñadores se apersonen del tema, caso Stella McCartney, por ejemplo”, explica la diseñadora.

Maite Cantero, coordinadora del Laboratorio de moda de Inexmoda, explica que tantos documentales sobre consumismo que se han presentado en los últimos años –como Minimalism: Un documental sobre las cosas importantes, The true cost o Sociedad de consumo– han generado una reacción sobre el hecho de acumular más y más ropa.

Mercedes añade que es así “porque estamos cubiertos de prendas de vestir y a todos nos afecta el tema”. Aclara que no implica un solo participante, involucra diseñadores, fabricantes, líderes de la industria, estudiantes, educadores, los medios y sobre todo, a los usuarios.

Aún hay mitos

Ser sostenible y amante de las últimas tendencias es posible (ver claves). Eleonora Morales, creadora del Garage Sale, un espacio itinerante que vende ropa usada en Bogotá y algunas ciudades del país, cuenta como se encuentra a diario con rechazo de personas que “creen que la ropa usada es siempre vieja, sucia y que transmite pobreza”, cuando pueden ser trajes y prendas que alguien compró y jamás uso, “están como nuevas”.

Comprar ropa usada es solo una de las acciones que una persona puede hacer en pro de la moda sostenible, pero hace falta más consciencia.

Reitera Rubén Augusto Valencia Sánchez, director del clúster moda de Medellín, que además de esos mitos hay desconocimiento. “Entonces alguien puede comprar una camisa hecha con algodón orgánico de la India pensando que está haciendo algo por el medio ambiente, pero que elaboraron en una planta en la que explotan a la gente”.

Las personas no saben la cadena que tiene una prenda o cualquier producto y ahora es fácil conocerlo porque las redes lo exponen, recuerden lo que pasó en Bangladesh en 2013 con ese edificio que se derrumbó y en el que trabajaban en confecciones de prendas que se vendían en todo el mundo, pero ellos laboraban en condiciones deplorables. Eso también es sostenibilidad social en la moda”.

Cantero añade que moda sostenible no es solo hacer camisetas con algodón orgánico. “Implica ser responsable en todos los puntos” y destaca no solo en lo social y lo ecológico, ya mencionados, sino también en el tema cultural.

La diseñadora, que actualmente realiza un doctorado en el que estudia la sostenibilidad en el caso colombiano, indica que las artesanías han jugado un papel importante, “aparece el artesano como hacedor de estas técnicas que se convierten en tecnología de diseño”. Y si un diseñador o una empresa trabajan con artesanos o con comunidades indígenas, “está el hecho de respetar su trabajo y pagarles bien”, agrega Cantero.

Más de Colombia

Los especialistas consultados concluyen que en el país el tema ha evolucionado, pero le falta bastante camino. En especial en la participación del usuario dado un tema cultural en el que los colombianos son cazadores de precios.

Muchos desconocen que hay sellos de calidad –cientos, aclara Valencia– para las empresas de moda responsables con el medio ambiente.

Hay que educar y entender, concluyen, que las acciones individuales marcarán la diferencia.

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